Aunque dábamos por sentado que el objetivo estaba garantizado, no por ello el exitoso cruce del puente –rabiosamente defendido por los soldados del general Lampard– hacia las semifinales de la competición más prestigiosa del fútbol europeo, nos provocó menos alegrías.

No fue la noche de Benzema o de Big Vini, a pesar de que este último estuvo directamente involucrado en los dos goles de su compatriota, amigo y héroe de la jornada, Rodrygo, ese que decidió tomar los trastos para clavar dos blancas banderillas en el tozudo cuello de Kepa. Sufrimos, por momentos, un poco, lo admito, pero para qué tenemos al mejor portero del mundo, Courtois, o a un portentoso defensa que nunca se arruga y que responde, siempre atento, al nombre de Eder Militao. El gigante belga dió una sana y mágica respuesta a aquellos dolidos fans blues que no paraban de abuchearle. ¿Y qué decir de ese Pajarito que sigue volando a velocidades supersónicas cuando el resto de las aves futboleras comienza a renquear por el verde prado? Este Real Madrid, al que ningún Laporta de mierda puede manchar su impecable historia, se encamina, decidido, hacia la conquista de la Décimoquinta, a pesar de que lo más probable –y lo que más deseo– es que para llegar a la final tenga que arrancar la cabeza de alguien que comulga con las mismas ideas del pagador de Negreira. 

Me voy a recrear una vez más con el segundo gol, el que sentenció lo que ya estaba más que resuelto: esa contra iniciada por Rüdiger, desde el área madridista y que secundaron con velocidad y acierto Ceballos, Vinicius y, sobre todo, Fede Valverde que con un par de maravillosos regates dejó tirado a Kepa y, generoso e inteligente, dejó un balón a Rodrygo que hasta este inepto servidor hubiese podido meter. Sólo bastó mirar la cara de Thiago Silva para comprender el daño que había hecho ese relampagueante jugadón al que nunca serían capaces de dar réplica.

La única mala noticia, malísima, que nos dejó la jornada fue la tarjeta amarilla a Militao que le impedirá jugar el primer partido de semis contra el que salga vencedor esta noche. No tengo la menor duda de que Carletto, al que se le nota especialmente motivado,  diseñará un esquema defensivo que permita prestar eficaz ayuda al sustituto elegido. Fuera de eso, parece que todo el equipo llega en buena forma y, sobre todo, con muchas ganas y mucho compromiso. Y no lo olvidemos, antes de la semis tenemos que intentar traernos a casa otro trofeo, la Copa del Rey.

¡Hala Madrid!