El fútbol es como la vida misma, y por ello, tras la épica e inolvidable remontada en Anfied, ayer tocaba trabajo, firme y rutinario, de duros estibadores para cargar, definitivamente, con el merecido equipaje que nos lleva de paseo a los cuartos de final, con imprevisible sorteo previo. Me pido al City: leyenda blanca versus leyenda negra (la de Albión, claro).

Creo que ni el propio Kloop pudo soñar con una remontada. Tres goles de diferencia conforman una muy descorazonadora brecha  y si sumas a eso que tienes enfrente, y en forma, a  gladiadores curtidos como Modric, Kroos, Militao o Nacho sólo puedes esperar que los errores de un confiado enemigo  permitan a sus chicos creer en la victoria. Errores que, por otra parte, se produjeron, comenzando por el muy temprano de Rüdiger  tras un poco oportuno pase a atrás de Carvajal y que el listo de Salah intentó aprovechar, topándose, como era de esperar, con el muro belga.  

Pues esto, y poca cosa más, fue lo que hizo el Liverpool. Si la idea del alemán de la falsa sonrisa era presionar arriba para arrinconar a los blancos, el trío del centro del campo que formaron dos veteranos (Modric y Kroos)  y un nene que promete mucho (Camavinga) desbarataron la estrategia del enemigo y dieron al Madrid un estable control del juego que no se tradujo en goles porque la puntería y el exceso de caracoleo en el área siguen siendo los puntos débiles de este equipo que no debe ser tocado, en sus más firmes bases, para la próxima temporada.

En insisto en el remate del párrafo anterior. Si, acertadamente, el Madrid se ha personado en el llamado “Caso Negreira”, también tiene que tomar nota de lo que pide, a gritos, su afición: que se renueve, sí ó sí, al Luka, a Kroos, a Ceballos y a Nacho. Si quieren hacer cambios y reconocer una inversión fracasada ahí tienen al costoso compatriota de Couortois. Este equipo forjado en muchas batallas y sin vedettes caprichosas debe ser reforzado y, nunca, desguazado. Veteranos y noveles, como dice nuestro himno…, y con noveles que parecen veteranos, como Camavinga, quiero yo contar siempre.  

La victoria, consecuente con un partido de sudor y orden, se consumó en un gol afortunado y de vodevil protagonizado por los de casi siempre: Vinicius y Benzema -previo pase para enmarcar de Eduardo Camavinga, que todo hay que decirlo-, y como ya era hora (minuto setenta y ocho) de que Alisson no parara una, se cerró el ciclo con un gobal y contundente  6-2 y un par de indiscutibles victorias.

¡Hala Madrid!