Dejando fuera el susto que pasamos en los comienzos del partido, palo salvador y pierna de Casemiro incluidos, y un par de incidentes similares, aunque no tan claros como el primero, la de ayer fue otra noche de alegres bostezos, aunque, por suerte, ganamos otra vez y los volvimos a colocar –ya sabéis quienes son los bichos desplazados- a cuatro cuando ya sólo faltan tres.  Quizás lo más notable del partido fue la lesión de Gil Manzano, que le impidió jugar la segunda parte y que, con toda probabilidad, lo dejará en el VAR lo que queda de temporada. Gil, eso sí,  tomó la modesta posición de cuarto árbitro y la elevó hasta cotas pocas veces vistas levantando los anuncios de cambios con una elegancia y una autoridad que envidiaría nuestro Aclamado Constructor Superior.

¿Qué más puedo decir de un partido que, sólo por auto-disciplina, vi hasta el último minuto? Pues que me gustó la actuación de Mendy que se redimió de su lamentable partido anterior; que Asensio casi no estuvo, aunque se le esperaba con anhelo; que Courtois nos ayudó, apoyado en la baraka zidanesca, a mantener un partido más la portería a cero; que Lucas, mi esforzado Lucas, tampoco estuvo, pero a él ya no se le espera; que, tras la eficaz metedura de pierna que ya comentamos, Casemiro estuvo gris tirando a negro –y no sé si esta frase habitual , en estos tiempos de cancelada normalidad, será tildada de racista- y con la mira de pase largo totalmente desajustada; que la de Kroos estaba controlada con precisión láser y que disfruté, una vez más, de esos pases de treinta o cuarenta metros directos a pie amigo; que Rodrygo tiene futuro, aunque ayer no pudiera colgarse una medalla de gol; que Varane, Modric y Militao estuvieron en el campo; que los cambios: Isco, Hazard, Vinicius, Valverde y SinTiempoParaDestacar Brahim no se notaron y que, una vez más, lo mejor del Madrid fue Karim Benzema, no solamente por marcar el primero -tras justo penalti, cantado por Manzano, sobre Mendy- y regalar el segundo a Asensio, tristemente diluido en la derecha del campo, sino porque estuvo en todas partes, actuando con criterio y ayudando organizar el juego ofensivo. Esta temporada, no tengo dudas, Karim ha sido lo mejor de este Real Madrid.

Y si alguien me preguntara: ¿aparte de los goles, de los pases de Kroos y de la impecable actuación  de Karim, qué más te gustó? Pues no tengo inconveniente en confesarlo: ver a Vinicius, concentrado, bebiéndose un zumo en las gradas; disfrutar del buen rollo entre Ramos y Carvajal en la misma zona del estadio, aunque guardando las preceptivas distancias; ver la alegre sonrisa del desconectado Bale, supongo que agradecido por no tener que estar corriendo arriba y abajo por el carril derecho y, sobre todo, ver salir del campo, feliz, una vez más, a Zinedine Barakán que, espero, ya esté preparando el plan para superar el escollo City-Separata, pues la Liga COVID-19, a menos que ocurra una debacle o se produzca un golpe anti-blanco –me curo en salud: me refiero al color que siempre asociamos al Real Madrid-, la tenemos ya cobijada en al bolsillo derecho…, sí, he escrito “derecho”.

¡Ah!, y que no se me olvide mencionarlo: jugamos contra el Alavés.