Desde hace algunos días sabemos que nuestro presimiente saldrá de gira, a finales de agosto, por África. Al Pedo –era de esperar– le gustan los vientos zurdos, las nubes zapateras, los Falcon y, supongo que también, los safaris contemplativos –que, oye, disparar a los animales no está bien visto en la agenda del yayo Jorgito–, en los que los desfiles de leones y leonas, elefantes y elefantas, cebros y cebras, jirafas y jirafos, rinocerontes y rinocerontas y monos (no el suyo, Cistito, que sólo está para fabricar encuestas) y monas provocarán más de una condescendiente sonrisa a la pareja que aspira a la realeza roja.

Pero no nos dejemos engañar, el Pedo sólo va –aunque disfruta como el enano que es– a esos países africanos (de los que su Bego es especialista y, si no me creen, pregunten en el IE) como go-between de su director de orquestra: Jorgitos Soros-Nom. Así que ya se podrán imaginar sobre qué irán las conversaciones y los presuntos acuerdos.

Y lo bueno para el Pedo es que en este viaje se va a estrenar, luego de haber presenciado cómo despeñaban a Iván Barrancondo, su nueva ave félix: el discreto  Pestiño. ¡Vamos a ver cuánto le duran las alas a la pedoave!

Y los demás, a esperar su vuelta para escuchar al Doctor Pedo presumir de que ha salvado a África.  ¿Apostamos?