Diario del Limes

Hoy descanso de fútbol y me paso a temas políticos.

En mi paseo vespertino de este 21 de mayo en el que, haciendo honor al romance, ha hecho la calor, he visto dos cardelinas en el ramaje bajo de la encina del camino. Es extraordinario: veinte años hollando amorosamente estos campos y jamás había visto cardelinas ni sabía que las hubiera en el Reich. Además, cosa rara con todas las avecillas, me han permitido acercarme a contemplarlas. Ha debido de ser una aparición transfigurada de mi querida abuela, gran amante de esas bestiecillas multicolores. (La tarde anterior vi a la liebre en el sembrado, cerca del camino, y tampoco se espantó. Debió de aparecérseme para darme saludos de mi querido padre, que tantas, aunque menos que mi tío por ser mal tirador, mató en vida.)

En el siguiente recodo del camino, me he encontrado con Daniel, jubilado español que se deslomó treinta años en su patria de adopción económica y que, tal vez por eso y no haber podido estudiar por trabajar, ya no habla propiamente ni el vernáculo de acá ni el de allá. Cada frase suya es laboriosa mezcla de ambas lenguas.

No hace mucho que hablamos. Hoy me ha contado que sabía por papeles de la parroquia, por mi nombre, que éramos españoles, pero que prefiere siempre -literalmente- ser discreto por no molestar. He aprovechado para decirle que a mí me pasa igual desde hace mucho ya; que antes uno se cruzaba un español por el mundo y entablaba encantado conversación, pero que ya es mejor abstenerse por no saber lo que uno se va a encontrar, siendo tantos los españoles que no quieren serlo.

-Sí- me dice. -Hay una mujer en el pueblo que me dijeron que era española pero que, cuando le pregunté, me aclaró con tonito que no, que ella era catalana. Y digo yo; yo, cuando me presento, digo "soy español"; no digo, pese a ser el caso, "soy palentino" o "soy castellano"-.

-Tiene usted razón, Daniel. A mí me pasó igual con un paisano en el tren. Se dirigió a mí en español (me conocía de vista de la asociación, según me aclaró), pero cuando le dije: "Ah, ¿usted también es español?", me dijo que no, que él era catalán. (Lamento esta casual focalización en una parte de España, pero así se dieron los hechos.)

Daniel está contento porque su hija sale de cuentas la semana que viene.

-Me alegro mucho. No le va a usted a faltar entretenimiento con el nieto. Que vaya todo bien, feliz tarde y hasta mañana.

Todo esto bien guardada la Abstand reglamentaria.

Que por mayo, era por mayo, cuando hace la calor. Hoy, 21 de mayo, fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor, ha apretado por vez primera, y yo aprieto el paso de vuelta por regar antes de cenar.

Abajo el comunismo

España y libertad

Será este Gobierno totalitario, y nadie más, el responsable de los incidentes que se puedan producir este sábado en las manifestaciones que ha convocado VOX. Ya se han producidos varios ataques salvajes de las hordas comunistas, azuzadas por la mugre que nos gobierna, contra pacíficos ciudadanos que se estaban manifestando con sus cacerolas y sus banderas, protestando contra el escándalo de incompetencia, mentiras y latrocinio de esta banda de impresentables dolosos y ya veremos si criminales.

Es inadmisible que, sabiendo lo que ha ocurrido estos últimos días, el Gobierno permita contramanifestaciones de esa gentuza comunista violenta. Es obvio que lo que buscan es el enfrentamiento civil, así de indecentes son. Porque si no lo fueran, si les importasen lo más mínimo los ciudadanos sobre los que gobiernan, ni se les habría pasado por la imaginación permitir que grupos violentos se manifiesten el mismo día, a la misma hora y en los mismos lugares que los convocados por VOX. Es lo que buscan, está claro. Son basura, la misma basura que nos llevó a la Guerra Civil en el 36. Pero, ojo, empieza a parecer que estamos llegando al límite de soportar toda esta mierda roja, así que cada palo aguante su vela. En todo caso, será a Sánchez y a Iglesias a quienes pediremos cuentas por lo que están provocando impulsados por su atávico odio irracional. Qué asco y qué pena.

La inadmisible protecci贸n de la Dacha de Pablenin, como lo que ocurr铆a con las muchas casas de Castro en Cuba. Este comu帽anmga, de momento y que sepamos, tiene s贸lo una, pero, si lo dejamos, es s贸lo cuesti贸n de tiempo que tenga muchas:

Silencio, estamos trabajando por la Nueva Espa帽a.

La actuaci贸n de siempre en la izmierda: acomodar la realidad para que encajen con sus intereses. Ahora ya no s贸lo es la los ajustes en la memor铆a hist贸rica sino que est谩n creando, en su vocabulario tramposo, una nueva realidad. Carlos Cuesta lo explica muy bien aqu铆:

Lo de iglesias ni es preocupante, ni sorprendente, es su naturaleza comunista llevada a la práctica. Lo q sí me preocupará es q se apropie del aire q respiramos y de la luz q el sol nos ofrece. Todo lo demás, en un régimen comunista como al q vamos, no es nada sorprendente. Tampoco q la GC pierda su dignidad como cuerpo q debe velar porTODOS los españoles, no únicamente por los comunistas. Aunque ya sabemos q la GC, la policía y el ejército no son sino comparsas con barrigas agradecidas y llenas. El honor, el patriotismo, España, los ciudadanos, la libertad, etc..... cayó hace tiempo al vacío de sus valores, sus juramentos y sus intereses. Ah..!!! Toda esta decadencia la encabeza un rey Borbón, q es como decir nada. 

Iglesias es un tipo q no miente diciendo mentiras, q no engaña mientras te está engañando, q no te traiciona, mientras te traiciona. O sea, q a mí, desde el principio me ha parecido un tío consecuente con sus objetivos y una alimaña política q sabe a dónde llegar y cómo.

El problema, como siempre, está entre nuestras filas.

Arriba España...!!!

Mi admirado genio de la pluma, Miquel Giménez.

Vozpopuli

Piezas de museo

El 18 de mayo fue el Día Internacional de los Museos. Es bueno que nos vayamos preparando para ingresar en uno de ellos.

Somos piezas de museo, personas de hábitos y espíritu solo útiles para figurar en un catálogo de curiosidades, como en aquellos gabinetes decimonónicos en los que se exhibía todo tipo de extrañezas para asombro, deleite y temor por parte de los asistentes. Están disecando el siglo veinte y quienes nos resistimos a que nos abran en canal para rellenarnos con el serrín de las nuevas normalidades acabaremos, más pronto que tarde, en una vitrina cualquiera. Todo lo que nos concierne está pasado de moda, descontextualizado y un estorbo a ese progreso que, francamente, servidor no sabe ver por ninguna parte.

Se nos pretende arrinconar en una galería mal iluminada y fuera del circuito del gran museo de la novísima normalidad, embalados en cajas de madera y etiquetados como piezas sin interés. Hemos devenido en la herencia de unos tiempos en los que se vivía con ilusión, con alegría, con pasión, y eso no conviene a los que han decidido que el futuro estará hecho con mascarillas de hipocresía, con guantes ideológicos para que no se note si te manchas con la vileza y con pantallas, muchas pantallas, que nos separen irremediablemente a los unos de los otros.

En ese mundo triste, uniformado y totalitario es lógico que no tenga cabida el abrazo de dos amigos que se rencuentran o el beso apasionado de los amantes; en ese futuro que nos preparan no podrá darse el callejeo del vagabundo que busca entre adoquines y lunas llenas la inspiración para escribir versos desgarradores o el insomnio del escritor que no atina con el desenlace de su novela, que siempre habrá de ser amargo y dulce a la vez; no podremos ser espontáneos, ni ácidos, ni siquiera cursis, cursis en el amor, en los discos que escuchamos cuando nos flaquea el alma al recordar un adiós pronunciado por aquellos labios que tanto amamos.

No nos van a dejar ejercer el derecho al pataleo, porque todo serán aplausos orquestados con puntualidad germánica al dictado del Gobierno, ni tampoco cantar canciones injuriosas contra la autoridad competente. La poderosa plancha social nos dejará a todos con la raya del pantalón ideológico perfecta, rectilínea e indiscutible. La arruga ya no será bella y la memoria estará condenada al ostracismo social. Ese será el peor de todos lo crímenes, recordar que hubo un tiempo en el que fuimos capaces de soñar y construir con ese material edificios hermosos, con piedras cargadas de razón y lógica.

En esos museos que intuimos desinfectados, pulcros, ordenados e insípidos solo tendrá sitio lo que el poder decida qué es digno de ser visto por el ordenado pueblo que, en fila india, desfilará con un chip en la nuca programado para la exclamación admirativa y el gesto reverente. No tendremos siquiera un memento mori, una simple placa que diga “Aquí se creyó que la libertad, aunque sea caótica, siempre es preferible al orden que se fundamenta en un sola manera de pensar”.

Serán museos a là soviètique, con frío helador en la estética y rigidez de mandíbula de los cicerones. Y a nosotros, librepensadores decadentes, anarquistas pacíficos, liberales de corazón y de sentimientos, no nos permitirán siquiera la postrer venganza de que nos vean los niños para demostrar cuan primitivos, fascistas e insolidarios éramos. Nuestro destino, si Dios no lo remedia, es el almacén de los trastos viejos, entre mesas rotas alrededor de las que compartimos café y discusión y pilas de libros que nadie quiere leer, porque es mejor embrutecerse con telebasura servida hasta nuestro propio teléfono móvil.

Como seremos invisibles, nadie nos echará de menos. Nuestra generación ni siquiera podrá calificarse como perdida, porque será inencontrable. En una sociedad esterilizada, pasteurizada, sin más pasión que la del poder por el poder ni otra ideología que no sea la de uncir al yugo de la mentira autocrática a la gente no hacemos puñetera la falta.

Y ahora, padres y madres de la patria, continúen jugando a esa política que nunca lleva a ninguna parte que no sean sus escaños. Qué más da si la honradez, el deber, el honor, la risa, el talento, la creatividad, el humanismo, la empatía, la vida, en suma, acaba disecada en una sala con olor a humedad en el museo de la Nueva Normalidad. Mientras que no les quiten el sueldo, todo irá bien. ¿No?

¡¡MAGNIFICO!!

Magnífico documento. Vivan esas gentes. 

Está la policía... pero ya no osa intervenir, luego el esfuerzo de los patriotas de estos días, cada cual en su ámbito, no es inútil, y menos que lo va a ser. 

Abajo el comunismo

España y libertad