Lo cierto es que el temprano gol de nuestro ex, Joselu, provocado por un error a dos patas entre Tchouaméni  y Camavinga (este último todavía no ha asumido todas la responsabilidades de un lateral derecho) no dejó huella en las huestes carlettianas que, con seguridad, tenían asumida la victoria y estarían pensando en que lo importante era volver a acribillar a goles al bueno de Kloop. 

Tras el desacierto de los primeros minutos  los blancos tomaron el control y antes de que transcurriera la primera media hora ya el Vini, el mejor del partido, había colocado, genialmente, el empate en el marcador. Como estaba dentro del área y con el control total del balón ninguno de los numerosos defensores vestidos de rosa se atrevió a meterle el  pie, y lo entiendo, porque aunque es un equipo de Cataluña no gozan de las ventajas arbitrales de los que, ahora, tendrán que rendir cuenta de su negreiro pasado ante los jueces. El gol del Cohete de Río, al palo lejano, es para enmarcar. Luego, poco después,  otra vez el Vini puso un buen balón al no custodiado Tchouaméni y este eligió la atrevida cabeza de Militao para que el gol de la ventaja definitiva subiera al marcador antes de que terminara el primer período. Si yo estuviese en el lugar de Carletto –algo simplemente imposible– pediría grabación del preciso centro de francés y se la pasaría, una y otra vez, a Carvajal, a Lucas Vázquez y, también,  a ese Pajarito que ya no está volando tan lindo como hace poco tiempo atrás. 

La segunda parte, cómoda, y con alguna que otra buena intervención de Courtois se cerró, en el descuento con un golazo de Asensio que forjó, en una escapada en modo Vinicius, ese jugador que el clun no acaba de valorar en su justa medida: Nacho. Esa escapada, hábil y veloz,  del capitán emocionó al Bernabéu que, de inmediato, totalmente entregado, comenzó a pedir a ese hombre que sólo ha vestido de blanco que no cambie nunca de equipo. Servidor, a distancia, también desea lo mismo y sabe sólo depende de ese hombre al que le faltan huevos para enfrentarse el corrupto sistema arbitral que siga con nosotros. Se lo merece, porque demuestra, partido a partido, que mientras más minutos se le conceden con mejor rendimiento nos recompensa.

Ahora toca pensar en el Liverpool y sólo en la Champions, así que termino con dos simples observaciones: la primera, con Rodrygo en el campo no eché de menos al actual Benzema; la segunda,  en necesario desahogo  tengo que decir que estoy hasta los mismísimos cojones de los árbitros, la injustísima amarilla a Vinicius es para que, si hubiese juego limpio, Figueroa Vázquez  se fuera a la nevera, al menos, durante tres jornadas.  

 ¡Hala Madrid!