Hablaba el sábado, optimista y confiado, con un buen amigo sobre lo satisfecho que estaba con este renovado Madrid carlettiano. Y ayer, menos de veinticuatro horas después, ese mismo equipo, desnortado e impreciso, regalaba dos puntos al combativo Osuna de Jagoba Arrasate.  Sé que es difícil mantener la concentración luego de un parón de dos semanas en las que una parte del equipo blanco se fue a servir bajo las banderas nacionales, pero no me gusta ver a los nuestros a un nivel tan bajo.

Nadie se salvó ayer de recibir bajas notas. Nadie. El gol de Vinicius, el que abrió el marcador, fue una pura chiripa –pues intentaba un centro– que contó con la necesaria colaboración del portero rival que, centrado en el peligro que podría representar Rüdiger, no reaccionó con la rapidez necesaria. El experimento en el centro del campo: Ceballos, Tchouaméni (su peor partido desde que viste de blanco) y Kroos no estuvo efectivo. Karim, de vuelta, tampoco estuvo bien y, además, falló el penalti que nos hubiese dado la victoria. Vinicius no se pudo escapar del férreo marcaje enemigo con la facilidad de otras ocasiones y Rodrygo, gran parte del tiempo escorado hacia el centro, no aportó mucho en ataque. Lunin, alineado en sustitución de Courtois, no estuvo mal, pero servidor no se puede quitar de la cabeza que con el belga bajo los palos el gol de Kike García no habría existido. 

Los primeros cambios de Carletto, intentando activar el equipo tras el empate –Camavinga por Tchouaméni y Valverde por Ceballos–, no significaron una mejora notable, aunque reconociendo que la aportación del francés fue más importante que la del uruguayo.  Así que como no cambiaba favorablemente el marcador el italiano volvió a mover el banquillo y se marcharon Kroos y Mendy, sustituidos por Militao y Asensio. Si bien la entrada de Militao permitió mover a Alaba al lateral izquierdo  para intentar mejorar la conexión con el Vini y la posibilidad de enviar efectivos centros nada notable se produjo y la aportación del mallorquín rozó el cero patatero.

Tras fallar el penalti Benzema –justo, justísimo, todavía no entiendo cómo no lo vio de inmediato Cuadra Fernández– y quedarse el Osasuna con diez jugadores, Ancellotti decidió jugárselo todo al ataque desesperado y, dejando una defensa de tres (Militao, Rüdiger, Alaba) metió a Mariano por un muy cabreado Carvajal.  Tampoco funcionó, porque el dominicano y el francés no están acostumbrados a compartir espacios y porque un Madrid evidentemente desesperado por sumar su séptimo triunfo consecutivo en la Liga Rubiales no estuvo especialmente acertado y permitió, al final, que los chicos de Arrasate celebraran el empate como si fuese una victoria.

El miércoles recibimos la visita del Donetsk. Esperemos que los nuestros hayan aprendido la lección y retomemos la senda de la victoria.

P. D.: Me gustó mucho la actitud de Alaba aplaudiendo a la afición, en modo disculpa, al final del partido. Este hombre es de los que hacen equipo.