El Madrid carlettiano tiene un problema: excesiva afición por  las florituras improductivas. La parte positiva, junto a la orden-advertencia de que el objetivo principal es meterla y que las caricias y las carantoñas al balón no puntúan, es que cuando dejan las tonterías y se centran en marcar casi siempre lo consiguen.

Hoy, sin restar mérito alguno al Elche, los blancos volvieron a demostrar, sobre todo en el primer tiempo una falta de efectividad que nos costó muy cara. Me da la impresión, y creo que lo he dicho más de una vez, que buscan siempre un pase más para que el destinatario elegido sólo tenga que empujar la pelota hacia las redes enemigas. Y eso provocó que en una primera parte con un dominio absoluto por parte del Madrid y con más de una decena de disparos a puerta  nos fuéramos al descanso con un descorazonador cero-uno. Cierto que hubo un claro penalti  al Cohete de Río que, increíblemente, falló Benzema; pero un penalti lo falla cualquiera y, sobre eso, no hay que cargar la responsabilidad en el francés. Cierto, también, que el portero del Elche, Badía, estuvo a un muy bien nivel y que sus compañeros le respaldaron con una ordenada y efectiva defensa; pero lo que no es de recibo es que los nuestros fallaran tantas ocasiones por, creo, priorizar los aplausos a la elegancia a los gritos rutinarios gritos de gol. Admito que ellos buscaban las dos cosas, pero lo primero condicionó lo segundo.

Por otra parte, y estando de acuerdo con Ancelotti en que lo que funciona no debe tocarse, los muchos minutos de juego en las piernas de algunos  de los habituales hicieron su efecto en la segunda mitad y provocaron las prematuras salidas de dos de los pilares del equipo: Benzema, por molestias en el muslo izquierdo (sustituido por un totalmente inoperante Jovic) y  Kroos, por puro agotamiento, que fue reemplazado por  Rodrygo.  Sus ausencias provocaron un notable desajuste en el juego blanco. El otro factor negativo, en mi opinión, que influyó en el mal resultado es la obsesión del italiano por recuperar a Hazard. El belga, que no empezó mal, se fue apagando a medida que pasaban los minutos y su nula contribución en defensa dejó a  Lucas Vázquez completamente abandonado.  Vuelvo a decir que Hazard, a pesar de su golito en Copa, no es, ni ha sido, un jugador importante para este Real Madrid. Vinicius, en primer lugar, y Rodrygo  son mucho más rentables que el mermado Edén, así, por favor, dejémosle jugar en otro equipo.

A la efectividad del Elche –dos tiros, dos goles–  contribuyó el exceso de confianza de los nuestros: en el primero, la convicción de Alaba en que Militao despejaría el pase de Fidel, permitió que Boyé rematara a placer; en el segundo,  una pérdida de marcaje sobre Pere Milla permitió que este, con algo de fortuna, convirtiera en gol un excelente pase de Boyé.  Esto último ocurrió allá por el minuto setenta y seis y fue entonces, y sólo entonces, que el Madrid  interiorizó que había dejarse de tonterías y marcar goles. El primero en reaccionar fue Ancelotti , que devolvió a Hazard al banquilo y, con él, a un desnortado en ataque Lucas Vázquez.  Isco (ná de ná) y Valderde (no se hizo notar) fueron sus sustitutos. Lo que ocurrió fue que los que están ya calientes y dolidos ante lo que parecía ser una derrota –Vini, Modric, Alaba, Militao, Casemiro y Rodrygo– se pusieron las pilas y fueron, a degüello, por Badía, Verdú y compañía. Resultado: un claro penalti del goleador Milla que el Doctor Lukita no perdonó y un contundente cabezazo de Militao a perfecto pase del Vini…, pero no nos dio tiempo para la remontada.  ¿Y por qué no nos dio tiempo? Pues porque de Burgos Bengoetxea no quiso contabilizar el tiempo alevosamente perdido por Badía y sólo concedió cuatro minutos de descuento. Estoy con Ancelotti: hay que establecer reglas claras para contabilizar el tiempo perdido. ¿Rubiales, lo has escuchado?