Como era de esperar, tras una derrota de las que hacen pupa, el Julio César de Tarrasa –así, supongo, es como él se ve– afirmó que el Barcelona había sido superior. ¡Mentira! El partido, como era de esperar, pues es lo habitual en estos tipos de enfrentamientos donde siempre hay mucho en juego, fue bastante igualado, pero el planteamiento del Cayo Hernández, priorizando la presión arriba, fue aprovechado por el Madrid para marcar sus tres goles…, y más que pudieron haber caído. Los dos goles del Barcelona, en cambio, fueron por fallos defensivos producto, lo admito,  de esa presión blaugrana y de esa mala costumbre blanca, en esta temporada, de bajar el pie del acelerador cuando toma ventaja. El balance, por tanto,  porque los números son implacables, Cayo, te devuelve a casa con parada obligatoria en Parla.

El partido siguió un guión estricto. Adelanto de lo blancos en el minuto 25 tras un muy disfrutado –por quien esto escribe– robo de balón de Karim Benzema a Vinagrito Busquets: el buen ladrón le cede el producto del hurto a Modric que, sin pensarlo dos veces, se lo devuelve al francés, que ya había visto que el Cohete de Río volaba por la banda derecha. Entonces, el Vini, este nuevo Vini que ya sabe como meterla, se la clavó, inmisericorde, al gran Marc-André Ter Stegen.  Los blaugranas se quedaron tocados pero el Madrid, en lugar de buscar el segundo, se replegó y permitió a los “cayucos” –¿por ser discípulos de Cayo Julio César Hernández?– recuperar la iniciativa. Y el protagonismo pasó a Dembelé, que hizo un gran partido los 120 minutos, y a la cabeza, rematadora que no pensante, de Luuk de Jong.  La presión provocó que Militao –y ya van dos goles regalados en muy poco tiempo–, ante centro de Dembelé, decidiera despejar en la dirección equivocada y el golpeo involuntario contra el cuerpo de Luuk se tradujo en el empate a uno con el que terminó la primera mitad.

La segunda parte comenzó, para disfrute de los seguidores de los  “cayucos”,  con total dominio blaugrana.  El Madrid, en plena empanada mental, ni defendía con efectividad ni tampoco era capaz de trenzar, como en la primera mitad, alguna jugada para demostrar a sus seguidores que podía ganar el partido. Gracias a Modric, principalmente, que parecía estar en todas partes, mantuvimos el resultado. 

Carletto, evidentemente preocupado, decidió que había que mover el banquillo y metió a Rodrygo en lugar de un cada vez más diluido Asensio.  Cayo Hernández, por su parte, pensó que ya era hora de poner más movimiento en la delantera y sacó al cabeceador y colocó a Ansu Fati en su lugar. La apuesta del italiano pareció ser la más efectiva pues la llegada del joven brasileño, al parecer, activó de nuevo a Benzema que, gracias a un pase de este y un control de balón, marca de la casa, la lanzó al palo lejano de Ter Stegen. Era el minuto 69 y fue el primer disparo de los blancos y el preludio del gol de la ventaja que llegó tres minutos más tarde: Mendy (buen partido) deja atrás al mamporrero Alves y se la sirve a Karim; este intenta meterla por el palo más alejado, pero el alemán, con un paradón, impide el gol pero su rechace cae en los pies de Dani Carvajal que, sin dudarlo, se la devuelve al francés que, perfectamente colocado, sólo tiene que empujarla.

Servidor, sinceramente, pensó que este gol cerraría el partido pero el Barcelona hizo cambios y el Madrid, supongo que siguiendo instrucciones de su entrenador, volvió a replegarse. Un error, porque con la ausencia de Alaba somos más vulnerables por arriba. El resultado de la decisión fue la toma de nuevo del control por parte de los chicos del Cayo y el gol del empate llegó en el  84 tras buen centro de Alba, una mala defensa blanca (otra vez Militao incluido) y remate de cabeza del recién incorporado Ansu Fati. Prórroga a la vista.

Ancelotti , que había sustituido a un agotado Modric poco antes del final de la primera parte, dejó en el banquillo a Carvajal y sacó a Lucas Vázquez. En la prórroga se notó el agotamiento de gran parte de los jugadores de ambos equipos y los espacios y los errores aumentaron y, de ello, se aprovecharon los blancos para sentenciar el partido, en la primera parte de la prórroga. Sale el Madrid a la contra: Kroos da el balón a Casemiro; este lo cede al fresco Rodrygo que entra al área –donde ya estaban, acosando, Vini, Valverde y Benzema– y  suelta la pelota hacia sus compañeros; el Vini, pícaramente, lo deja pasar, descolocando a la defensa, y el Pajarito, desde atrás, remata ante Ter Stegen. 

Fin de la historia. Estamos en la final.

Sugerencia:  Investiguen lo que significa “cayuco” en el lenguaje coloquial cubano