Si alguien, luego de ver la réplica exacta del “Palo de Luka” y de constatar que los nuestros, dominantes, no lograban meterla, pensó que recibiríamos otro “getafazo” `pinchó en hueso. Ayer, en el ala izquierda del Ejército Blanco, estaba el Vini y, con él, cada vez más maduro, más generoso y con más puntería –o sea, todo lo contrario del Imbécil Mayor de la Yoli, Mamón Garzón-, la  vida futbolera madridista no podía seguir siendo igual.

Cierto es que el Valencia del muy ecuánime Bordalás salió agresivo, pero la efectividad le duró sólo unos minutos y, de inmediato, los mariscales Modric, Kroos y Casemiro reorganizaron las tropas y dominaron por completo el campo de batalla. Cierto también, como apuntamos antes, que ese férreo control no se tradujo en goles…, y entonces, cuando todos pensábamos que la primera mitad terminaría con el marcador a cero, HH (Hernández Hernández) pitó una - para los de siempre, claro, esos que se meten vacunas con reforzadas dosis de anti-madridismo-, polémica jugada al borde del área que impedía el impetuoso avance de Carlos Henrique José Francisco Venancio Casimiro, que así de “largo” estuvo anoche. Bordalás se cabreó; Morata no lo vio claro; los que comentaban el partido, tampoco.  Fue algo mágico, como si el majete de Alderete hubiese desaparecido del campo  y al Case le  hubiese puesto el STOP su amigo Militao. Pero, señores, el impredecible VAR, seguro que bloqueado por malignas interferencias florentinas, dio la razón al pitido de HH y como Benzema no falla penaltis nos fuimos al descanso con una merecida y trabajada ventaja.

La segunda mitad fue más de lo mismo pero con más suerte. La pareja del momento, la que sumó cuatro, hizo de las suyas ante la compacta defensa valencianista y  un casi autista Diakhaby permitió que el cohete brasileño se la colara por la derecha, sin oposición,  al sufrido Cillesen. Y eso no fue lo peor para el holandés  porque pocos minutos después, Asensio, que ayer, por momentos, volvió a ser el que todos pensábamos que sería, remató duro a puerta, tras jugada colectiva, y el rechazo del portero terminó en la iluminada frente del Vini. Resumiendo: tres-cero en un pispás.

Carletto,  tranquilo y previsor, decidió que había que dar descanso y protección al Doctor Lukita y a Carlos Henrique (que volvió a ser tarjeteado) y metió en el campo al cada vez más desinflado Camavinga y al cabreado (por lo del partido anterior) Ceballos. Ambos estuvieron intrascendentes, con el añadido de que Eduardo estuvo a punto de provocar un contraataque peligroso de los muchachos de Bordalás. 

La salida de los dos mariscales blancos dio alitas –que no alas– a los valencianos que comenzaron a meter un poco de presión en el área blanca. Y entonces, Mendy, un poco desnortado cometió un claro penalti sobre Marcos André. San Courtois, sin inmutarse, lo paró, pero tuvo la mala fortuna que el rechace fuese a parar a la cabeza (¿compensación de lo de Cillisen-Vini?) de Guedes. Entiendo la decepción del belga, que luego de un partido tranquilo, pero con buenas paradas, no le agradó que le ensuciaran la portería. 

No le quedaba mucha historia al partido, excepto el lucimiento, para disfrute del  los aficionados blancos, del Dúo Carismático. Y fue Karím, quien dentro del área y con un “echa pallá, Gayá”, marco el cuarto y definitivo gol. 

Buen partido del Madrid. Los descontentos, a Parla, y, ahora, a ver si nos regalan otro partidazo en las semifinales de la Supercopa de España. De ESPAÑA, que quede bien claro.