Volvió a repetirse el guión del partido contra el Inter: un Madrid acosado durante más de la mitad del partido, que sólo podía disparar, sin peligro, desde fuera del área y una defensa que tiene que mejorar mucho y a la que la lesión del Carvajal y la entrada del desnortado Lucas Vázquez le costó un gol que, para aquellos que todavía no se creen lo del “efecto” Camavinga, pudo parecer decisivo. Lo siento, de verdad, por esos valencianos buenos que pensaban que anoche dormirían en la cima; me alegro muchísimo si a Peluquín Puig le gusta el fútbol y es valencianista. Nosotros ya somos los primeros.

Tengo la intuición de que Carletto sí que ha aprendido algo de su primera estancia en el Real Madrid. Y no sólo es porque le veo más enérgico, no, sino porque ahora tiene un vestuario sin vacas sagradas que le permiten decidir, sin malignas interferencias, lo que cree que es mejor para el equipo. Ayer volvió a darle minutos a Hazard que sólo sirvieron para un par de jugadillas de postín, sin resultados positivos, y quizás –eso espero– para convencer al belga de que su sitio no está en el Real Madrid. Supongo, además, que nuestro entrenador tenga claro que la defensa tiene que ser la prioridad número uno y, creo, que el nuevo líder de la misma será, dentro de poco, Alava. Cada vez me gusta más este jugador que, con el regreso de Mendy, puede fijar plaza en el centro. Militao, bien, pero, ahora, si la lesión de Carvajal es grave hay que encontrar un sustituto fiable y frío que no puede ser el actual número diecisiete.

Modric no puede hacer mucho más de lo que ya hace, y sin el efectivo complemento que representaba Kroos es muy difícil retomar la versatilidad en el ataque y aprovechar los espacios en los contraataques modo Mou. El Pajarito ayuda mucho en defensa y, con el campo abierto y su extraordinaria velocidad, es eficaz en muchas de nuestras acciones ofensivas, pero no tiene ese sentido de la larga distancia que es signo distintivo del alemán. Me gustaría ver juntos, desde el inicio del partido, al Doctor Lukita y al Brujo Camavinga para verificar si, menos exigido, Casemiro vuelve a ser el de temporadas anteriores.

¿Voy a comentar el partido de ayer? Pues sí, pero como creo que fue una versión 2.0 del de Champions, sólo diré que el Valencia aguantó más que el Inter en la presión sobre los blancos y eso, creo, retardó un poco más la entrada de Camavinga. San Courtois, otra vez, estuvo a gran altura y nos salvó la vida en más de una ocasión. En el gol, además del tremendo error de Vázquez, hubo un toque involuntario de Militao que desvió un poco el balón e impidió al belga evitar que fueran los chicos de Bordalás los que abrieran el marcador. Parece ser que, luego de esa infortunado incidente, Thibaut reclamó al cielo y, poco después, ya con el Brujo en el campo, nos devolvieron el favor en el disparo de Rocket Vini que colocó el empate.  El Cohete, todo hay que decirlo, no tuvo el campo demasiado libre en esta ocasión, pues Foulquier, en ocasiones con la ayuda –no sé si involuntaria o no– de González Fuertes, le plantó cara con bastante efectividad.

Lo que más me gustó del entretenido partido de Mestalla fue ese espíritu de no rendirse, de no dar nada por perdido y que, otra vez, gracias al Santo, a la magia camavíngica y a los dos de siempre, el Vini y el Capitán Karim, nos hicieron disfrutar de otra emocionante remontada. 

Y me soplan que Carletto, anoche, antes de lanzarse al catre escribió en su diario de sesiones: “Este equipo pelea hasta el final, jugando bien o jugando mal. ¿Qué tengo que hacer para que, la mayor parte del tiempo, juegue bien?”. Espero que El Santo y El Brujo alguna respuesta le hayan colado en medio de sus dulces sueños.