Sí, ese fui yo esta esperanzadora mañana en la plaza de toros –y, esta vez, de buena y orgullosa casta-  de Vistalegre. Y, sí,  fui uno más, pero acompañado por miles de hombres y mujeres con los que me sentí  hermanado por el amor a España y por la lucha en defensa de las libertades. Sí, yo era uno más de los que fue a dejar bien claro que VOX es la única opción posible para limpiar a nuestro país de la corrupta élite política que pretende destruirla. Y sí, faltaría más, seguramente yo debo de ser otro facha integral más. Esto último, además, no es nuevo para mí, porque  hace muchos años, bajo la dictadura castro-comunista, fui un gusano total. Los que, desgraciadamente,  conocemos bien a la izquierda sectaria y liberticida sabemos muy bien que lo primero que hace es etiquetar a los discrepantes para marcarlos, para convertirlos en una diana ambulante de sus hordas rojas. No nos asustan y deberían  de saberlo ya.

Nunca en mi vida me había sentido identificado con un partido político. Nunca antes había coincidido al ciento por ciento con los planteamientos de una entidad política, hasta ahora, hasta que apareció VOX en escena y, poco a poco, destruyó mi endémica desconfianza.  Ahora ya soy de VOX,  de Abascal, del que, cariñosamente, hemos rebautizado como Smith & Wesson, de Rocío Monasterio,  de Ortega Lara y de todos los que encabezan el partido y han demostrado por qué siempre es más efectivo hablar sin pelos en la lengua, de forma clara y directa y sin la falaz y torticera corrección política. También hay que reconocer que ellos pueden hacerlo porque nada  tienen sobre lo que avergonzarse. Vamos, que cuando uno no ha plagiado tesis, cuando uno no ha formado parte de las más pestilentes cloacas del estado, cuando uno no oculta propiedades, se inventa títulos o simplemente no  llega a la política para vivir de ella para siempre, puede llamar al pan, pan; al vino, vino y al traidor, traidor. 

El sano y combativo ambiente que vivimos en Vistalegre no sólo demuestra que estamos vivos, sino que tenemos ganas de pelear por lo que creemos. La electrizante energía que creaba a raudales el continuo vaivén de las rojigualdas debería ser un claro aviso a navegantes , mejor dicho, a mangantes y farsantes, tanto de la izquierda totalitaria como de la derecha renqueante y cobarde o del anaranjado centro de vaivenes descontrolados, que el horno político no está bollos trucados. España, la España decente, se soltó el pelo hoy en Carabanchel y dejó bien claro que no se va a dejar pisotear por los que vienen a destruirla. Quizás, con el tiempo, como bien apuntaron Smith y Abascal al recordar lo que ocurrió hace 447 años, esta fecha pudiera ser recordada como un nuevo Lepanto, pues tan contundente ha sido el golpe de efecto que ninguno de los medios vendidos han podido ocultarlo…, aunque nunca renunciarán a manipularlo: ya empezamos a ser la ultraderecha que acojona. ¡Grandísima noticia!

Luego de escuchar las intervenciones de los líderes de VOX y de alegrarme de la presencia de personalidades mediáticas que han valorado adecuadamente lo que representa este partido en momentos tan complicados para el futuro de España –y me refiero a Tersch, a Luis de Pino, al verso libre de  Sánchez-Dragó o buena parte del equipo de Intereconomía-, considero que entre las cien medidas que han propuesto (os las dejo en este enlace: https://www.libertaddigital.com/documentos/las-100-medidas-de-vox-41913604.html) no se han dejado nada relevante en el tintero. Esas cien medidas –claras, contundentes, destinadas únicamente a crear un país mejor- deberían ser capaces de convencer a cualquiera que sepa leer y no sufra de prejuicios "progretes". 

Ha sido un enorme honor para mí haber acompañado a los que nos guiarán hacia la regeneración de España; a esos valientes que, mientras se mantengan en esa línea, me tendrán siempre a su lado.

 ¡Viva España!

P.D. Espero que su majestad, Felipe VI, se entere de cómo se le recordó esta mañana y contribuya también con su granito de real arena.