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PROPIEDAD CONDENADA

Mis mujeres de cine -9.

Todavía recuerdo aquella noche en que deambulaba, contrariado por un plantón no previsto, por las calles del Vedado, en La Habana, y al pasar por el cine 23 y 12,  que toma el nombre de la confluencia de dos relevantes vías, la avenida 23 y la calle 12, me fije en que ponían una película de la que nunca había tenido noticia: “Una mujer sin horizonte”. Me acerqué a ver los carteles y comprobé, encantado, que se trataba de   “This property is condemned” (que en España se llamó  “Propiedad Condenada”, pero yo, entonces, no lo sabía), una película de la bellísima y siempre recordada Natalie Wood que en esta ocasión se metía en la piel de la coqueta, sensible y desesperada Alva Starr, con dos erres, como ella misma se encarga de aclarar.  Entonces comprendí que, una vez más, el destino había querido que viese una película, de las más tarde marcadas con la etiqueta de “inolvidables”, en el estado de ánimo más apropiado para apreciar su decepcionante tristeza. No me lo pensé dos veces para sacar la entrada, que entonces -1979 o 1980- sólo costaba un peso. Me río ahora al recordar que en el “igualitario” estado castrista –dueño de todo entonces y de casi todo ahora-  no se hacía rebaja alguna porque el producto fuera una mala copia, en blanco y negro y de baja calidad, de la cinta original. No había opciones: la tomabas o la dejabas, y yo, acostumbrado tras largos años de miseria comunista a que la elección era siempre entre malo y nada, me quedé, resignado una vez más, con lo malo.

De todas las películas que he visto de Natalie Wood las dos que tienen preferencia compartida en mi agradecida memoria son dos tragedias en las que ella se lleva la peor parte: esta, “Propiedad condenada”, y la dura e inolvidable historia de Elia Kazan, “Esplendor en la hierba”. Curiosamente ambas se desarrollan en el difícil período de la llamada “Gran Depresión”, que comenzó, oficialmente, con  el crack del año 1929. “Propiedad Condenada” fue una de las primeras películas de Sydney Pollack  y está basada, y se nota en su estructura, en una obra de teatro de Tennessee Williams. En el guión colaboró otra estrella naciente de aquellos, ahora lejanos, tiempos: Francis Ford Coppola, que aportó alguno de los cambios más notables a la historia original de Williams. La película tiene un detalle más que ayuda a llevarla siempre en el corazón, la canción tema, “Wish me a rainbow”, en la película interpretada por Mary Badham (Willie) pero que, con el tiempo, siempre he preferido escuchar en la voz de la brasileña Astrud Gilberto. La canción que abre y cierra la película, pues era la melodía preferida de Alva, la utiliza su hermana Willie (nombre de hombre, alma de mujer, ingenuidad de niña) para evocar su recuerdo y comenzar a contarnos su trágica historia. 

Aquella vez del 23 y 12, cuando conocí a Alva Starr, me quedé solamente con la historia personal y familiar de una mujer que ansiaba salir del limitado pueblecito de Dodson, Mississippi, en el que era la mujer más bella, la más codiciada por todos los hombres pero también el instrumento del que se valía su despreciable madre para intentar asegurarse un futuro más cómodo. La supervivencia económica de Dodson, y la de la posada que administraba la madre de Alva, dependían en gran parte del ferrocarril, por ello cuando aparece un hombre, reservado y amable y que no intenta mezclarse con el resto, se empieza a crear el clima que marcará el ritmo de la historia. Owen Legate (Redford) no deja indiferente a nadie, comenzando por Willie, la primera que lo conoce, y terminando por Alva, la última en toparse con Owen, pues había estado demasiado ocupada intercambiando fluidos con Sidney, uno de los empleados ferroviarios que estaba en camino, sin saberlo, de engrosar las listas de parados. Entonces, y cada vez que vuelvo a verla, la escena en la que Alva fija por primera vez sus hermosos y grandes ojos en Owen que, ajeno a la fiesta que se desarrolla en la posada, baja por las escaleras en busca de algo que comer, me hace sentir una insana envidia. Redford-Legate, que sabe que viene a perturbar las vidas de los que se están divirtiendo, prefiere mantener las distancias, y entre los apartados, muy a su pesar, incluye a Alva…pero ella sólo ve en él una opción diferente a las otras que ya conoce y decide dar el primer paso, muy en su estilo provocador de dama segura de que cuenta con argumentos más que convincentes, y se lanza a la cocina a por el trofeo. Owen duda, le gusta lo que ve, pero la ha visto en acción y no se fía de ella, pero, aunque él no lo sepa aún, la suerte ya está echada: nadie puede decir que no a Alva Starr; no si la imagen es la de Natalie Wood.

Luego, Alva, a la que su madre quiere poner en los brazos de un viejo necesitado de amor joven, dolida por el malentendido que ha estropeado, al final de su estancia en Dodson, la relación con Owen decide tomar el camino más corto y rápido y se lanza a por el amante de su madre, que también la desea a ella, el tosco y provocador J.J. (interpretado por Charles Bronson), casándose apresuradamente con él y robándole el dinero necesario para tomar el tren con destino a New Orleans donde sabe que el flechado Owen la estará esperando eternamente. Alva y Owen tienen entonces su segunda oportunidad y viven felices y enamorados, en la ciudad de los sueños de Alva –incluido el cementerio-, hasta que un inminente traslado laboral de Owen a Chicago, con ascenso incluido, le lleva a proponer matrimonio a Alva -sin saber que ella ya está casada con J.J.- y, a la muchacha, a pensar en su hermana Willie. Owen, generoso y enamorado, le dice que la chica puede ir con ellos a Chicago y Alva, ingenua y poco precavida, le escribe a Willie, dándole con ello la decisiva información sobre su paradero a su amargada y despiadada madre, cuya inesperada aparición es el detonante que provoca la muerte de Alva.

La película termina entonces en las manos de Willie, que vestida con las viejas ropas de su hermana y adornada con sus joyas, sigue viviendo, abandonada por su madre, en la solitaria y semidestruida posada, ahora una propiedad condenada. Es tan terrible y abrupto, aunque predecible, el final de la historia de amor entre Alva y Owen que deja en el espectador un consistente poso de tristeza que la suave y melancólica melodía de “Wish me a rainbow” acrecienta aún más. Sin embargo, para mí, en esta reciente quinta o sexta aventura –ya no puedo precisar- con Alva Starr la tristeza ha sido doble, porque no he podido evitar conectar la situación del personaje que interpreta Natalie Wood con la de los cubanos que siempre están soñando con el milagro que los lleve a una vida mejor en una ciudad que poco importa que se llame New Orleans, Miami, Madrid, New York, Quebec, Quito o Estocolmo. La escena en la que Alva espera el tren para escapar de Dodson, y la que sigue, mientras mira maravillada cómo el tren atraviesa el ancho Mississippi, me ha recordado mi experiencia y la que me han relatado  muchos amigos cubanos cuando se marchan de la isla –en este caso, siempre en avión- y miran desde la altura aquellos paisajes que siempre soñaron visitar. Es por ello que entiendo que muchos vean en la visita de Obama –que desgraciadamente no cambiará nada sustancial- una esperanza de cambio, olvidando, diría que conscientemente, que fue la misma sensación que tuvieron cuando un hombre mucho más importante, íntegro y valiente que Obama, Juan Pablo II, visitó La Habana en 1998 y pidió, públicamente, que Cuba se abriera al mundo. Han pasado casi 20 años de aquella visita que muchos consideraron decisiva para un cambio hacia la democracia y lo único que ha cambiado es que hemos pasado de sufrir a un Castro a sufrir a otro Castro; Cuba, la isla entera, sigue siendo, entonces y ahora, una propiedad condenada.

P.D.: No os perdáis "Wish me a rainbow", versión de Astrud Gilberto: clic aquí, en YouTube.

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COMENTARIOS [0]
[ Pailan ] ha dicho:
25-03-2016

 

Gran entrada, wh. Si yo tuviera que escribir una serie de actrices de cine, Natalie Wood estaría entre las cinco mejores (el top 5, como dicen los cursis). Es más, he incorporado su modelo de belleza inocente y verdad, con esos grandes ojazos negros, para ver si encontraba una réplica ibérica, pero no fue posible.

***************

Sobre la muerte de Cruyff, he leído en distintos medios de la capital, deportivos o no, panegíricos, loas y ditirambos más o menos merecidos referidos al holandés.  Siguiendo los clásicos comportamientos al uso, parece que todo lo que hizo, lo hizo bien y ya nadie se acuerda de la tensión a que sometía a los jugadores que no querían renovar, casos de Laudrup (¡Laudrup!) o Stoichkov, que chuparon amplio banquillo. Tampoco nadie menciona el canguelo que le entraba cuando visitaba al Madrid de la Quinta del Buitre o ese sistema 3-5-2 que precisaba de jugadores muy determinados para llevarlo a cabo. ¡Ah! Y la farsa de Cruyff entrenador fue beneficiaria de las dos ligas de Tenerife, que nadie se olvide.

Por otra parte, ¿alquien podría traerme elogios similares procedentes de Barcelona de cuando la muerte de Di Stéfano? He aquí la gran diferencia entre un Equipo y un mescunclú: el sectarismo. Nunca ningún jugador merengue ha sido o será aplaudido en la pocilga azulgrana (digo "pocilga" porque hay cerdos en la grada cuyas cabezas vuelan al césped). En el Bernabéu ya van unos cuantos. Y, no, después del pelotazo a la grada, Messi va a ser que no, por muchas filigranas de play station que haga. El aplauso se gana como lo hizo Cruyff, con clase y deportividad, valga la redundancia.

Having said that, DEP Johann Cruyff. Di Stéfano, Pelé, Maradona y el propio holandés han sido los más grandes. Y yo puedo decir "vi jugar a Cruyff".

[ pezuco ] ha dicho:
25-03-2016

 

Pues va a ser que yo tampoco vi la película que titula el artículo de wh, supongo que una joyita así la recordaría a pesar de mi falta de memoria.

A la protagonista sí que la vi en varios filmes referidos por el blogger y sigo pensando, que a pesar de su indiscutible y gran belleza, era más atractiva que guapa, pues su atractivo y sensualidad era enorme. Como grandes sus ojazos, tan útiles para interpretar dramas en una gran actriz como ella.

En cuanto a lo de la isla del diablo... al final, de tanto hartazgo, a la gente decente sólo le va a interesar conocer cuando se mueren los diabólicos hermanos Castro.

Y hablando de demonios, acaban de pisar suelo cubano sus satánicas majestades y dicen que para poner la banda sonora al cambio que se va a producir en Cuba. Luego lees la letra pequeña y te enteras que las entradas serán invitaciones a los amigos del régimen comunista, que siguen las detenciones a los disidentes...en fin, que casi nadie con un mínimo de decencia podrá asistir al concierto, que a la postre sólo servirá para insuflar aire a esa panda de sátrapas criminales y dar una imagen de normalidad a algo tan ignominioso.

 

P.D. ¡Viva la Cuba libre!.

 

[ bipo66 ] ha dicho:
25-03-2016

Gran película esta de Pollack. No la he vuelto a ver, pero recuerdo muy bien el final y algunas partes, sobre todo la estancia en Nueva Orleans y el viaje en tren. Lo que sí no había escuchado es la versión que el blogger nos enlaza de "Wish me a rainbow". Oída, me quedo, en el recuerdo, con la original que me parece que encaja más con el ambiente de la peli. La actuación de Wood, inolvidable, como ocurrre con la de la bien apuntada "Esplendor en la Hierba" que para mi está por encima de esta,la veo como mucho más completa. 

Su prematura y nunca totalmente aclarada muerte, a los 40 y pocos años, fue otra tragedia del mismo nivel que la que nos cuentan estas películas. Inolvidable Wood.

En cuanto al otro tema, el de la visita supuestamente rompedora, coincido con el blogger, no pasará nada relevante en una dictadura que ya ronda los 60 años.

[ NickAdams ] ha dicho:
25-03-2016

Sí que era guapa Natalie Wood. En mi caso la recuerdo más por la María de West Side Story y Rebelde sin Causa, pues Propiedad Condenada no la he visto. La buscaré.

Tampoco yo espero grandes cambios en Cuba tras la visita de Obama, aunque noy hay dudas de que un respiro se tomarán los Castro ya que que gracias el turismo de curiosos por ver lo que queda del Parque Jurásico algún dinerillo les entrará. Otra cosa es que esos ingresos extra repercutan en una mejora del nivel de vida de los cubanos de a pie. Esa segunda parte ya no me la creo.