Hoy empieza el 2025, un año de muchas caras, unas buenas y otras malísimas, como podemos ver más arriba. La parte esperanzadora del nuevo año 2025 la ilustran esos intocables de la regeneración (Trump, Milei, Bukele, Orban) que deben liderar la lucha contra toda la mierda liberticida –ya lo sufrimos con la plandemia covidiana– que genera la Agenda 2030 de –entre otros muchos– Klausito SS, Jorgitos Sorosong y Guillernito Puertas-Abiertas (a todo el que le sirva para destrozar la cultura occidental). 

Esta suprema clase de ricos, que quieren hacer del mundo su mercado único y perfectamente controlado, solo puede ser neutralizada, a estas alturas y mientras exista un voto  democrático, por el apoyo de las masas a aquellos que no están vendidos a los capones globaletes. El resultado está a la vista y no hay dos ejemplos mejores que la Argentina de Milei y El Salvador de Bukele. Orban –y también Meloni–, con la perdida de soberanía que impone esta Europa globalete, ahora liderada por Pústula Vaconsusleyes, libra una lucha mucho más dura, pero espero que,  pronto, tras  lo que está ocurriendo en Francia –Maricron cada vez más desacreditado–, Suecia, Holanda y la Alemania de Olaf Huelemal estén más respaldados por esa parte de Europa que despierta y no se traga las trolas de los papagallos –como Margallo– globaletes y comience la regeneración que permita crear una Europa unida y solidaria pero respetuosa con las idiosincrasias de las naciones que la integran. Lo que más me anima: que Trump, volverá a liderar, en enero, al país más poderoso del mundo. 

Otra cosa que veo con mis buenos ojos anti-globaletes es que el objetivo principal de todos ellos es el bienestar de su población, cosa que pasa por restablecer, entre otros muchos asuntos, la libertad de expresión, el imperio de la ley y acabar con las corrupciones y con aquellos que las producen. No siguen todos, como dicta el sentido común, una única línea, sino que proponen y aplican sus políticas de acuerdo a las condiciones que prevalecen en sus respectivos países. Trump, por su poder, llevará la batuta, y espero y deseo que sea capaz de generar un efectivo concierto entre todos los países que vayan escapando del gulag globaleta.

Lo que me desanima, y mucho, es que no veo en España un liderazgo con opciones de alcanzar la presidencia y desalojar a psoeros y/o peperos. Tanto es así, que no me extrañaría ver, en caso de una subida considerable de VOX pero que no llegara a la mayoría absoluta en las próximas, y deseadas, elecciones generales –única opción posible de alcanzar el poder–, un gobierno de "consenso" entre PP y PSOE, claras marionetas globaletas.

¡Trump, Milei, Bukele, Orban, Meloni, a seguir así! 

¡Viva la libertad, carajo!

P. D.:  Espero que la R.A.E., que tiene todo mi respeto, no se moleste con mi palabro “globalete”, pero es que me ha parecido necesario para calificar a todos estos malandrines que pretenden convertirse –con la sumisa cooperación de sus títeres nacionales, como ocurre en España con Pedo Sanchinflas y Mamerto Nones Feijoy– en los amos del mundo . El cambio de “ista” por “ete” se justifica, con rima, de esta forma: a los inmundos globaletes hay me que meterle la 2030 por sus torcidos culetes.