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TIEMPO DE REPUBLICA

En los últimos días se han producido tres acontecimientos que han supuesto un impulso para aquellos que por un lado denuncian la ilegitimidad de la monarquía de Juan Carlos I  como forma de estado y por otro exigen la convocatoria de un referéndum para decidir qué modelo aplicar en nuestro país, si monarquía o república: en primer lugar, como consecuencia del resultado de las elecciones al parlamento europeo, el aparentemente sólido bipartidismo se ha venido en buena parte abajo –y con él la base sobre la que se sustentaba principalmente la estabilidad de nuestro sistema-, tras una importante sangría de votos de PP y PSOE, con la consiguiente aparición de pequeños partidos alternativos; en segundo lugar, un partido concreto (Podemos), de un perfil francamente preocupante, se ha aupado de manera sorprendente en un tiempo record, obteniendo más de un millón de votos y cinco escaños, algo inaudito en nuestra democracia; finalmente, el rey ha decidido abdicar la corona en el momento posiblemente más inoportuno –contribuyendo a aumentar la inestabilidad- y con toda seguridad mucho más tarde de cuando debería haberlo hecho considerando su lamentable trayectoria de los últimos años.

Como consecuencia de todo lo anterior, aprovechando el actual momento de debilidad social, económica, territorial e institucional, y sumergidos en una crisis de valores y principios apabullante, el sector más extremo de la izquierda española se ha levantado, a rebufo de los resultados de Podemos, exigiendo prácticamente un desmantelamiento del sistema político. Aparte de la habilidad para elegir el momento de debilidad más idóneo para sus intereses, hay que subrayar la maña que está demostrando para vender un producto –la justicia de la propuesta de decisión entre monarquía y república- que, siendo a mi modo de ver  políticamente legítimo de forma irrebatible, encubre en realidad una exigencia de otra categoría, esta sí, absolutamente inaceptable, que es la imposición de una manera de entender el mundo utilizando la cuestión de la forma de estado como coartada, de manera que lo que es susceptible de ser discutido a nivel político deja de serlo para pasar a absolutamente inadmisible cuando se convierte en una maniobra de carácter puramente ideológico.

Desde el punto de vista político, resulta perfectamente legítimo demandar una revisión del sistema, pero no sólo respecto a la cuestión monarquía-república, sino también y sobre todo en lo referente a otras cuestiones como la separación de poderes y la representatividad de quienes son elegidos. La legítima demanda de estos cambios viene respaldada tanto por la experiencia del día a día como por el origen de donde procede todo el sistema, siendo este origen precisamente lo que hace inevitable que la experiencia cotidiana sea diferente a la que es. El mar de corrupción que nos inunda, una judicatura absolutamente contaminada, los poderes legislativo y ejecutivo controlados por las mismas manos, un cuarto poder al servicio de sus amos, un sistema electoral injusto y no representativo y un funcionamiento de partidos de carácter vertical son realidades que justificarían por sí solas cualquier demanda de cambio. Pero, incluso si el resultado de nuestro sistema actual fuera aceptable –lo cual es técnicamente imposible-,  desde el punto de vista puramente teórico, políticamente seguiríamos teniendo un sistema contaminado en su propio origen.

Nuestra “democracia” y nuestra monarquía  son el producto heredado de una clase política que se constituyó en híbrido formado por la derecha que procedía del franquismo y una izquierda de hondas raíces antidemocráticas o, mejor, directamente totalitarias, que procedían de la II República (a estas alturas, mejor prescindir de perder tiempo en el debate sobre el supuesto carácter democrático de aquella república; cualquiera que proponga semejante planteamiento o bien desconoce la historia o bien necesita revisar qué entiende por “democrático” o bien trata de engañar a los incautos). En todo caso, esta contaminación de origen de nuestro sistema político obviamente no se fundamenta en el hecho de que los participantes tuvieran esas procedencias señaladas. Inevitablemente habían de ser esos políticos los protagonistas porque no había otros. Más bien se trataría de una cuestión no del quién sino del cómo. La solución que de manera compartida asumieron ambas partes consistió en el consenso, del cual se derivan dos consecuencias indeseables: por un lado, desde el punto de vista particular de cada lado, ese consenso supuso la renuncia a valores y principios fundamentales para ambas partes, con lo que supone ello de traición a sus propias esencias; por otro lado, desde el punto de vista del ciudadano, se hurtó al mismo la capacidad de elegir, al dársele una sola opción cerrada, la cual, entre otras cosas, incluía una monarquía impuesta con un monarca concreto -y no otro-, a su vez impuesto por el anterior jefe del estado. 

Obviamente, para unos y otros tales claudicaciones (en algunos casos más bien enmascaramientos) y renuncias tenían la contrapartida de ofrecer un sistema cerrado de partidos, en virtud del cual estos quedaban habilitados para ejercer un control político absoluto, cercenando la representatividad de los elegidos, al ser el sistema electoral proporcional y con candidatos propuestos por los propios partidos. De esta manera, la capacidad de elección de los ciudadanos no fue tal, reduciéndose la misma exclusivamente a la capacidad de votar. En definitiva, la transición supuso una continuidad, y quienes demandaron una ruptura con el sistema político anterior fueron sencillamente barridos del panorama político. En estas condiciones, todos los oligarcas se llevaron su tajada repartiéndose el pastel, y, entre ellos, el primero el rey. Se había pasado de un poder absoluto de carácter dictatorial a un poder absoluto de carácter partitocrático, este último mucho más difícil de combatir al enmascararse formalmente en algo similar a una democracia.

Desde este punto de vista puramente político, pues, parece indiscutible la legitimidad de la exigencia de proponer una revisión del sistema, con el objeto no sólo de dilucidar el asunto monarquía-república, sino sobre todo el asunto partitocracia-democracia –que es el verdaderamente relevante-, con todo lo que esto último supone de desmantelamiento del sistema que se nos impuso, incluida la posible sustitución de la monarquía por la república. 

Por lo tanto, de lo anteriormente explicado se podría deducir que, aparentemente, hay una coincidencia con las reivindicaciones de esos partidos de nueva aparición, de los que Podemos podría ser el referente por su relevancia numérica y mediática. Pero sólo aparentemente. Porque mientras que lo que se defiende en este escrito es una reivindicación de carácter puramente político, lo que defiende esa nueva corriente tiene un carácter puramente ideológico, y por provenir del lado extremo izquierdo del espectro político, también puramente totalitario. Por esa razón, se entiende que en los planteamientos de sus comunicados  aparezca la opción que defienden con carácter excluyente, asimilando la palabra república a la palabra democracia, y por el lado contrario la palabra monarquía al poder absoluto y antidemocrático, todo lo cual es una falacia absoluta. Son, en definitiva, los grupos directamente herederos de la II República: eminentemente sectarios, políticamente tramposos, carentes de formación es sus base y con pretensiones decididamente totalitarias. Entonces nos llevaron a una guerra civil, y hoy, sin duda, terminarían llevándonos a un régimen populista de izquierdas al estilo venezolano.

Quienes defendemos no una revisión, realmente, sino una ruptura del actual sistema por razones puramente políticas, porque queremos una democracia liberal y no una partitocracia oligárquica, con frecuencia  somos descalificados en nuestros planteamientos por asimilación a quienes defiende aparentemente lo mismo pero en realidad esconden corrientes antisistema de carácter comunistoide y por tanto totalitario, demostrando quienes así nos asimilan la misma perspicacia intelectual que se demostraría al afirmar que uno tiene tendencias filoetarras porque compra en el mismo supermercado que un indeseable de Bildu, por ejemplo. No nos dejemos engañar. Las actuales manifestaciones reivindicando un referéndum contra la monarquía y quienes están detrás de ellas tienen un objetivo ideológico que está aún más alejado del ideal democrático que la propia partitocracia que sufrimos. Pero algunos no tenemos previsto claudicar asimilándonos a unos tramposos por temor a otros más totalitarios aún. Quienes queremos democracia política y formal para asegurarnos la mejor democracia social no deberíamos renunciar a nuestras aspiraciones respaldando a los oligarcas que nos hurtan la primera y contaminan la segunda por temor a que nos confundan con quienes en realidad están dispuestos, embozados en significativas banderas rojas o tricolores,  a acabar con ambas. 

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COMENTARIOS [0]
[ Pailan ] ha dicho:
13-06-2014

 

Y ahora me voy a permitir un desahogo, al hilo del comentario de nuestro querido Galego.

Cuando era un niño, el padre de un amigo que vivió íntegramente la Segunda República, el régimen de Franco y el inicio de la Transición, me soltó un dia estos ripios que no he podido olvidar, por razones obvias:

Si pública es la por puta conocida, república ha de ser la más vil prostituida. Y siguiendo la razón de esta máxima absoluta, todo aquel que se reputa ser de república hijo, ha de ser, a punto fijo, un hijo de la gran puta.

 

[ Pailan ] ha dicho:
13-06-2014

 

Excelente reflexión, bg_rules, sobre la situación de nuestra querida España, diseccionada con precisión de cirujano. Aunque el discurso y el método que has seguido me parecen del todo irreprochables, hay dos puntos de cierta enjundia con los que no estoy en absoluto de acuerdo y que me resultan preocupantes viniendo de alguien con tu capacidad.

Cargas las tintas crítica y hasta violentamente contra la idea del consenso de la Transición, como si fuera el origen de todos los males que aquejan a nuestro país. Algo así como que de aquellos polvos, estos lodos. No estoy de acuerdo en absoluto. Como bien dices, había que jugar aquel partido con los jugadores disponibles, siendo éstos la legislación, los organismos públicos (incluidas las Fuerzas Armadas) y los políticos de dentro y de fuera. Y creo que el consenso fue beneficioso para aquel momento, haciendo del posibilismo un bien en sí mismo. ¿Qué alternativa quedaba? ¿Programas de máximos? Estaríamos como ahora en Irak.

Por otra parte, creo que el consenso, el diálogo y el acuerdo son imprescindibles en la acción política. Un encastillamiento en posiciones inexpugnables conduce al enconamiento de las posturas y la crispación. Todos sabemos que eso no es bueno para los que, al fin y al cabo, son (o deberían ser) los beneficiarios de todo el tinglado: el pueblo soberano.

En segundo lugar, ya has explicado que tu entrada no trata de definir tus preferencias acerca de la forma política del Estado. Evidentemente, hay repúblicas hereditarias, como Corea del Norte o incluso Cuba, y monarquías electivas, como Bután. Hay monarquías que ofrecen una calidad democrática infinitamente mayor que muchas repúblicas (Noruega o Suecia frente a Rusia, donde el Presidente y el Primer Ministro se alternan en elecciones dizque libres) y Estados cuyo monarca procede de la época colonial, como Canadá o Australia. ¿Y qué decir de Estados Unidos? Si Hillary hubiera ganado las primarias y luego las elecciones de 2008 (las que ganó Obama), y luego hubiera sido reelegida, como Barry, el destino de la única superpotencia mundial habría estado en manos de dos familias durante 28 años. Y eso sin contar con que Chelsea se presentara a suceder a su madre.

En España, hemos intentado la república en dos ocasiones, con los resultados por todos conocidos. ¿Para qué intentarlo una tercera? La discusión sobre las bondades de la dinastía Borbón en España da juego para una entrada con vida propia, pero veamos cómo mea la perrita felipista. Felipe VI accede al trono en un momento complicado y difícil, pero en nada comparable al campo de minas que se encontró su padre.

Por último, no nos dejemos engañar por flautistas, que no estamos en Hamelin: la relevancia numérica de “Podemos” es mínima. La mediática, enorme.

 

[ Galego49 ] ha dicho:
13-06-2014

Excelente artículo BG_rules sobre la situación actual de nuestra Ex-paña y me recordó que cuando era un casi un niño, es decir hace más de 50 años, era muy típico que los servicios de los bares y servicios públicos estuvieran todas las paredes escritas y cubiertas con distintos comentarios y chistes y algunas  barbaridades, y me quedó gravado un comentario leído en una de esas paredes y decía así : "SI PÚBLICA ES PUTA, REPÚBLICA ES MUCHO MÁS PUTA".

[ chinchin ] ha dicho:
12-06-2014

¡Ya estamos en la final! ¡Hala Madrid! 

[ Lunalia ] ha dicho:
12-06-2014

En el fondo creo que estamos todos muy de acuerdo con la esencia de la cuestión.Reformar las instituciones,separar los poderes, adelgazar la administración,controlar  a las  autonomías y mantener la unidad de España.

 

[ Lunalia ] ha dicho:
12-06-2014

No has dicho nada, Wh.A mí también me gustaría una república como la de los Estados Unidos de América.

Pero eso si que es una quimera en este viejo pais de políticos corruptos y de paisanos cainitas. 

[ pezuco ] ha dicho:
12-06-2014

 

"Decir que una República es democrática que una Monarquía", evidentemente, aquí falta un "más":

"Decir que una República es MÁS democrática que una Monarquía".

 

[ pezuco ] ha dicho:
12-06-2014

 

Ante todo saludar a Fernando_Poo, espero que se sienta a gusto con nosotros y nos visite cuando desee. Aquí encontrará un lugar para el debate y la reflexión.

Sobre lo que se está tratando y comentando, me gustaría comentar alguna cosilla.

Yo tampoco creo que el futuro monarca Felipe VI los tenga bien puestos y se plantee una revisión a fondo del modelo de Estado o el adecentamiento del que padecemos en la actualidad. Además, como bien se ha planteado aquí, el reinado le llega en el peor momento posible, y los toros con los que tendrá que lidiar son de aupa.

Sí creo, como dice Lunalia, que al menos este futuro Jefe del Estado está "limpio", porque si una institución tan anacrónica como la monarquía se quiere mantener, sólo puede hacerlo con una base solida de ejemplaridad en su conducta.

La discusión Monarquía o república no debería de ser algo tan fuerte, son dos modelos de entender el funcionamiento de la democracia moderna, el Estado, y sus formas de gobierno. Lo que sí hay que pensar es en que España probablemente sea uno de las naciones más antiguas del mundo y desde tiempo inmemorial se mantuvo la monarquía. ¿Merece la pena seguir haciéndolo? ¿tiene más ventajas o incovenientes?.

 

P.D. Decir que una República es democrática que una Monarquía me resulta demagógico, populista y poco realista si el pueblo español (donde reside en última instancia soberanía) decide (como decidió ya al votar la constitución) que la Jefatura del Estado sea obstentada por un Rey.

 

[ wh ] ha dicho:
12-06-2014

Me ha parecido excelente la propuesta de Fernando_Poo y su intervención, así que voy a dar brevemente mi opinión:

Soy muy escéptico con los Borbones. Siempre recuerdo la frase de Talleyrand a propósito de la restauración de 1814: “No han olvidado nada ni han aprendido nada.” Me encantaría equivocarme, pero no veo a Felipe VI capaz de proponer y defender la profunda reforma democrática que, a mi juicio, necesita España y no le le veo tampoco con la energía y decisión suficientes como para enfrentar con éxito la deriva separatista. Han sido muy blandos y contemporizadores, hasta ahora, como para suponer que podrán cambiar de repente justo cuando la situación es más complicada. Y el primer test lo tienen muy pronto, porque todo esto empieza  por impedir el referendo de Noviembre que los separatistas catalanes siguen anunciando a bombo y platillo. En resumen, creo que los días de la monarquía están contados y Felipe VI llegará para enterrarla. 

El gran favor que harían a España sería el de garantizar, generosamente, que esa muerte fuera la transición a una verdadera democracia republicana con las condiciones que ya se han comentado por aquí: garantía de separación de poderes, cambio del sistema electoral y la financiación de partidos y sindicatos, que deben vivir única y exclusivamente de sus cuotas de afiliados y de donaciones totalmente transparentes, adelgazamiento de la estructura administrativa del Estado y las Autonomías, etc. No es un camino fácil, pero si hay voluntad real de servir a España, es posible a mediano/largo plazo.

Y quiero que quede claro que aunque soy partidario de una república similar al modelo norteamericano con todo lo que ello lleva asociado (federalismo, elección directa del máximo representante del estado, elección directa de los representantes territoriales al Parlamento o como quiera llamarse, etc.)  admito que una monarquía parlamentaria que pueda garantizar las condiciones que hemos mencionado puede ser también válida y eficaz. Por tanto el debate monarquía/república no es definitivo, lo importante es definir las estrucuturas que garanticen, en ambos casos, una verdadera democracia. 

Esta monarquía oligárquica y partitocrática ya ha demostrado que no funciona.

[ bg_rules ] ha dicho:
12-06-2014
Citando a Lunalia :: No. 7 :: 12-06-2014

Yo también quiero,Rules,una democracia liberal y no una partitocracia corrupta con un sistema judicial politizado y sumiso ante el gobierno de turno.Yo anhelo, más que nadie,que queden atrás estos diez años tenebrosos,que desde e...

Estimada Lunalia, quizás he dado a entender con mi entrada algo que no pretendía. Yo no afirmo que para que haya una verdadera democracia formal, requisito imprescindible para que no degenere en una oligarquía, sea imprescindible que haya una república. Una monarquía es posible también, con dos requisitos: que el papel del rey sea moderador y de cohesión territorial, y no ejecutivo excepto para salvaguardar esa cohesión, y que el presidente del gobierno sea elegido de forma separada del parlamento.  

A mi modo de ver, creo que ambas formas de estado, monárquico o republicano, pueden ser válidas para que funcione la democracia, siempre y cuando se establezcan los mecanismos necesarios para su buen funcionamiento. Coincido contigo en que, en principio, la monarquía garantiza más estabilidad por ser un estado permanente. Por contra, es indudablemente cierto el argumento que defiende la república porque coloca al nivel de cualquier ciudadano al presidente, mientras que el rey no se somete a la voluntad popular. Mi opinión es que esta es una excepción perfectamente asumible e intrascendente, y el argumento, aunque sea cierto en sus términos, es básicamente populista, y curiosamente muchos de los que apelan al mismo son diputados aforados, que es otro privilegio que el común de los ciudadanos no tiene, por ejemplo, y sin embargo disfrutan de ello, habiendo argumentos a favor para que así sea. 

No creo que tus planteamientos sean una visión edulcorada y acrítica. En mi caso, de proponerse un referendum sobre monarquía/república, no iría a votar si no viene en el paquete una propuesta de reforma de todo el sistema, porque una forma de estado o la otra son irrelevantes. Puede existir una partitocracia con una república, igual que puede existir una república sectaria y excluyente como lo fue la Segunda. Ninguna opción es garantía de nada. Pero también digo, y ese era justamente el asunto central de mi entrada, que es un error tratar de asimilar el concepto república a la bandera tricolor, la Segunda República, el Frente Popular o la izquierda en general. Esa es justamente la trampa que quería descubrir en mi entrada.

[ bg_rules ] ha dicho:
12-06-2014

Gracias, Fernando_poo. Tres buenos melones planteas...

Respecto al primero, creo que esperar que Felipe VI acometa una reforma en profundidad de nuestro sistema es esperar demasiado. Más bien creo que su acción será contemporizadora, siguiendo la estela de su padre. La diferencia es que Felipe hereda una España rota e insolidaria, con dos autonomías en proceso de independencia, con lo que la responsabilidad por las consecuencias de esa inacción que preveo en su caso serán infinitamente menores a las de su padre, que es uno de los grandes responsables de la deriva que ha tomado España. Consecuentemente, una posible intervención con alguna intención centralizadora  para frenar la deriva independentista actualmente es sinónimo, una vez traspasados ciertos límites, de tener que recurrir a la violencia para imponer la ley, y eso no creo que se atrevan a hacerlo ni Felipe ni el gobierno de turno. Creo que el proceso ya no tiene marcha atrás. Consecuentemente, creo que el futuro de la corona es desaparecer, porque su única función real, que es mantener la unidad de la nación, dejará de poder aplicarse al dejar de existir la nación como la conocemos.

Respecto al segundo, completemente de acuerdo en lo que propones. Desde el punto de vista de los planteamientos formales de un sistema democrático, creo que el referente es la democracia de los EE.UU. Por cierto, Trevijano fue uno de los que en la transición fueron barridos por los oligarcas, y el único líder que mantuvo una postura coherente con lo que realmente es una democracia.

Respecto al tercero, igualmente de acuerdo. Acabo de leer un libro impagable que se titula "La nueva organización del desgobierno", de Alejandro Nieto, que es una descripción precisa de cómo está organizado el aparato del estado. Una vez leído, nadie podría dejar de reclamar esa reforma de la función pública. Es un libro estremecedor y que recomiendo a todo el que esté interesado en leer qué hay exactamente detrás de todo este entramado.

[ Lunalia ] ha dicho:
12-06-2014

Yo también quiero,Rules,una democracia liberal y no una partitocracia corrupta con un sistema judicial politizado y sumiso ante el gobierno de turno.Yo anhelo, más que nadie,que queden atrás estos diez años tenebrosos,que desde el 11M nos tienen sumidos en la desesperación en la congoja y en la naúsea.

Pero al contrario que tú,pienso que esa regeneración casi imposible,puede darse perfectamente en un sistema de Estado de Monarquía Parlamentaria.

El futuro Felipe VI está inmaculadamente limpio,tiene un aire mucho menos borbónico que su padre y que su abuelo y ha sido educado con esmero para la tarea de ser,fundamentalmente,embajador de España, que no es ciertamente misión  baladí.

La Corona tiene una función de cohesión nacional y de símbolo de la unidad de España muy superior a la de un sistema republicano.El Presidente de la República es necesariamente partidista y tal y como está los partidos en España, cualquier candidato me produce repelús.

Por otra parte las dos experiencias republicanas previas han sido lamentables.La Primera breve y caótica,incapaz de contener los desmanes y veleidades cantonales y la Segunda el preludio de un baño de sangre.

La República es cara.Mucho más que la Monarquía.En 2013, según datos que he consultado, nos costó a los españoles unos 8 millones de euros,mientras que  a los italianos,les salió la broma republicana  por más de 200.

El Presidente de Alemania es un tal Joachim Gauck. Yo confieso que no lo sabía.Lo he mirado en Google.Sin embargo conozco de nombre todas las testas coronadas de Europa y de cara a sus preciosos niños rubios.Y si voy de viaje a Estocolmo o a Copenhage,sé, al pasearme por sus calles y contemplar sus palacios,quienes son los jefes del estado.

Supongo que muchos consideraréis que es una visión edulcorada y acrítica  de la situación pero yo sé muy bien qué votaría si hubiera mañana un referendum,porque cuando veo las banderas con la franja morada me entran sudores fríos.

 

[ fernando_poo ] ha dicho:
11-06-2014

Fantástico post. No puedo más que coincidir en el diagnóstico e incluso con frases enteras que considero extremadamente acertadas, como la dificultad de luchar contra un régimen que se ha conseguido confundir con la democracia.

Partiendo del texto, me atrevo a proponer tres asuntos a debatir:

1º El próximo rey Felipe VI, si quiere seguir siéndolo, deberá tomar el camino de la reforma democrática. Es la única manera de conseguir que España se convierta en una democracia equiparable a las europeas, lo que hará de España una sociedad abierta única forma de enfrentar el proceso histórico que llaman globalización. Los españoles deben salir de la infancia política y empezar a tomar las decisiones sobre su destino a partir de datos objetivos e información y no de eslóganes que tapaban cualquier atisbo de debate serio. Creo que cualquier conteporización o conservadurismo del régimen le llevará caminito de Cartagena.

2º A la irrenunciable separación de poderes (elección por separado del ejecutivo y el legislativo) añdiría que yo soy un convencido del sistema de representación mayoritario en España, única solución a la partitocracia. En concreto, y siguiendo a García Trevijano, mediante circunscripciones uninominales de 100.000 votantes, con capacidad de cesar a su representante si se sienten sus electores traicionados.

3º Revisión total de la función pública.

Un saludo

[ pezuco ] ha dicho:
11-06-2014

 

Después del circo que han montado hoy en el Congreso los partidos progres a cuenta de la aprobación de una ley para permitir la abdicación del rey (manda huevos que los republicanos se opongan a que abdique un rey), con carteles, banderas tricolores, proclamas y discursos incendiarios, el artículo de bg_rules es de una rabiosa actualidad.

En cuanto a su contenido, no puedo estar más de acuerdo y lo suscribo. Quizá yo no vea el futuro con tanto pesimismo y quiero pensar que este republicanismo es una fiebre que pasará en cuanto la coyuntura económica mejore, pero sí es cierto que hay un cierto paralelismo entre la España actual y la de los años 30.

 

P.D. Quizá lo peor sea comprobar como la derecha (Llámese CEDA o PP), se sigue comportando de manera cobarde, esto al final siempre se termina pagando.

 

[ NickAdams ] ha dicho:
11-06-2014

Por cierto, me ha gustado mucho la guerrera imagen que acompaña al texto. 

[ NickAdams ] ha dicho:
11-06-2014

Magnífica entrada, bg_rules. Creo que has puesto el dedo en casi todas las llagas, o el menos en las que más daño nos están produciendo. 

Bien apuntado el importante y restrictivo matiz partitocracia-democracia. La partitocracia que nos han/hemos impuesto es la causa principal del problema por lo que parece dífícil que los partidos que han medrado de ella sean los que participen en su erradicación por la vía democrática o, mejor dicho, legal.

Mi impresión es que somos cada vez más los que pensamos que es necesaria una regeneración total del sistema y eso es lo que han hecho que muchos compren el mensaje populista y falsamente democrático de Podemos. El peligro de colapso, si la línea de ese grupo no se desenmascara rápidamente,  me parece a cada instante más real puesto que no veo figuras políticas capaces de liderar el cambio en el sentido verdaderamente democrático. La historia de este pais tampoco ayuda a ser optimista en ese sentido. 

[ chinchin ] ha dicho:
11-06-2014

Gran entrada, bg_rules. Muy razonada y acertada y que comparto totalmente.

Viendo mis mensajes de anoche sobre la decepción del baloncesto reconozco, con pena, cuánto tiempo dedicamos a la droga escapista del deporte. Quizás también para escapar de esta realidad que tanto nos disgusta y sobre la que tenemos tan pocas opciones de influir. 

En mi caso, no me siento representado por ningún partido político, pero sí que me queda muy claro que personas como Pablo Iglesias y grupo nos llevarían al desastre absoluto. Espero que los cobardes que dirigen ahora el  PP no crean seriamente que algunos como yo le volverán a votar como mal menor, antes que eso, voto con los pies y me largo de aquí.

[ wh ] ha dicho:
11-06-2014

Más que excelente - que lo es, y mucho -, necesario artículo de bg_rules analizando la muy delicada situación de España. 

Todos los que creemos que la única solución pasa por la regeneración total del sistema y la creación de una verdadera democracia liberal no debemos quedarnos pasivamente viendo como la debilidad y cobardía de unos y los bastardos intereses de otros intentan otra vez desestabilizar el país para implantarnos el rojo chavismo que cada día hunde más a Venezuela en la misería.

Espero que genere interesantes debates.