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NO LO PIENSES DOS VECES, ESTÁ BIEN

La primera vez que oí una canción de Robert Allen Zimmerman, más conocido en los ambientes como Bob Dylan, fue en las misas de los jueves en el colegio. No, la letra de esa versión no preguntaba nada a nadie ni nos decía dónde estaba la respuesta. En aquella época, mitad de los años 70, ya saben, el cardenal Tarancón de presidente de la Conferencia Episcopal Española, estaba muy de moda eso de ponerle letras religiosas a canciones populares y así, en las misas de no pocas iglesias de Madrid, el Sanctus se cantaba con la música del “Help!” de Beatles, el Padrenuestro con “Sounds of Silence” de Simon & Garfunkel y el Ofertorio, sí, con “Blowin’ in the Wind”. A mí siempre me pareció un contradiós, nunca mejor dicho, eso de que se usurpara la creación de un artista judío para ser interpretada en una ceremonia católica y me preguntaba si el contestatario Dylan estaría de acuerdo con ese corta-pega de catequesis versión aperturista y hippie de todo a cien. Obviamente, y ya que estamos, nunca obtuve respuesta. Volando en el viento estaría. 

Me permito esta pequeña digresión porque acabo de leer en los papeles que Bob Dylan ha sido agraciado con el premio Nobel de Literatura, nada menos. Me alegro mucho por él y algo menos por la Literatura, así, con mayúscula, pero me pregunto qué pensará el propio Dylan de tal distinción. Uno, que no tuvo otro remedio que crecer escuchando canción protesta anti-sistema con su matraca pedante y aburrida día sí y día también a ambos lados del charco, no puede menos que estar confundido. Ahí, en las barricadas de caviar y ático en Manhattan, Corrientes, 6eme Arrondissement o avenida Diagonal, estaban los Brassens, Joan Baez, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Woody Guthrie, el pelma de Luis Llach, el mismo Dylan y tantos otros ejemplares de una fauna que rechazó (¿sigue rechazando?) al establishment, digamos, tradicional, sin duda influidos por la Unión Soviética, que ya se sabe constituye indeleble impronta. Como dice un moderno y coletudo gurú de medio pelo cuando le ponen el espejo delante, es necesario cabalgar contradicciones. Vaya jeta.

Pero olvidemos por un momento estas consideraciones y centrémonos en los supuestos merecimientos de Bob Dylan para ganar su premio. Es innegable que, en el mundo de la música popular, Dylan lo ha sido todo. Desde las letras intimistas y rebeldes de los inicios hasta el “Highway 61 Revisited”, uno de los trabajos más redondos que uno recuerda, al nivel del “Revolver” de Beatles o “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd, el cantautor de Minnesota es referencia artística y vital de varias generaciones. Su evolución posterior ha sido variable y hay que reconocer que el tipo ha experimentado con creaciones e influencias de todos los estilos. Ya sabemos que, en esto del arte, para gustos pintan colores y no en vano hay gallistas y belmontistas, picassianos y dalinianos, seguidores de Alfredo Kraus o de Pavarotti y así hasta el infinito y más allá. Pero, oiga, que estamos hablando del premio Nobel de Literatura y este hombre es un cantautor. He leído que la cultureta francesa más enragée está que trina por el premio, pues no consideran a Dylan un literato al estilo de Zola o Maurois y, por otra parte, los hay que se preguntan por qué Dylan sí y no Cat Stevens (este estaría bien, por lo del mestizaje cultural), Paul McCartney o el prolífico Chucho Navarro, ya saben el segunda voz y director artístico de Los Panchos. Es innegable que la concesión de los premios Nobel de Literatura y el de la Paz ha de aceptar un componente subjetivo y político que los hará siempre polémicos. Pero, ¿Dylan?

Como centenario ritual laico, los premios Nobel forman parte de esa manera de entender la sociedad occidental humanista y cristiana a la que ya nos hemos acostumbrado, igual que el concierto de Año Nuevo o los Juegos Olímpicos. Otrora prestigioso galardón, los elegidos para recibir el Nobel deberían, al menos, tener la estatura de Röntgen, Henri Dunant, Ramón y Cajal, Marie Curie, Einstein, Sartre (que rechazó el premio, supongo que por saberse tan abstruso), el doctor Fleming, Solzhenitsyn o el Comité Internacional de la Cruz Roja. Sin embargo, cuando la política, el amaneramiento y los oscuros intereses entraron por la puerta de la Fundación Nobel, por la ventana saltó el prestigio de sus premios. La concesión del premio a Obama, Kissinger, Jimmy Carter, Hausen, Alexievich o Hammarskjöld, dejando fuera a personajes de la dimensión humana y científica de Ghandi, Tolstoi, Tesla o Nabokov nos obliga a levantar una ceja y valorar la imparcialidad y merecimiento de los galardones.

Pero, claro, como dijo uno de los nuestros que nunca recibió más reconocimiento que el prestigio universal y eterno (eran otros tiempos), poderoso caballero es don dinero. No olvidemos que, aquí en España, Mingote fue académico de la lengua, Juan Luis Cebrián, ese pensador, lo sigue siendo y Xavi y Casillas recibieron el Príncipe de Asturias de la Concordia por un quítame allá unas llamadetas. A este paso, igual premian también a Sabina o a Leonardo Dantés. Al menos, Bob Dylan es conocido en todo el mundo y a la hora de aceptar y recoger el premio, como él mismo dijo en una de sus canciones, no lo pensará dos veces. Estará bien.

COMENTARIOS [0]
[ bg_rules ] ha dicho:
15-10-2016

Dice en su brillante artículo el amigo pailán "pero, oiga, que estamos hablando del premio Nobel de literatura...", y yo añado que precisamente por eso mismo. El premio Nobel está absolutamente desacreditado, como cualquier otro premio que sea concedido a mindundis de todo a cien. Los premios adquieren su importancia por lo que representan, y lo que representan está ligado directamente a quienes los reciben. Si me dan a mí el premio Príncipe de Asturias, al citado premio le ocurrirá exactamente lo mismo que le ocurrió cuando decidieron dárselo a Xavi y Casillas, que fue cuando se convirtió en una ridiculez.

El Nobel de la paz, por ejemplo, no es que se lo hayan dado a un "líder" como Obama por hacer exactamente nada, es que se lo acaban de dar a un individuo como el colombiano amigo del otro colombiano de la coca y los dos cientos y pico mil asesinatos. Y la razón es, precisamente, la misma que antes señalaba: se trata del premio Nobel, amigos, el mismo que recibió ¡Al Gore!, el chico listo de la clase que predicaba primero y se comía después el trigo viajando en jet privado o, ya para morirse de la risa por no llorar, al terrorista Arafat.

¿Qué carallo nos importa, entonces, a quién le den semejante premio? Pasado mañana le darán el de Quimica a mi sobrino, que juega con el Cheminova después de salir de clase de cuarto de primaria. Pues muy bien.

Por otro lado, el Dylan que llega hasta los 80, una referencia imprescindible; el Dylan que se arrastra por los escenarios hace un carro de años, un auténtico esperpento.

[ Marcus48 ] ha dicho:
14-10-2016

Enhorabuena a PAILAN por tan acertada entrada con la que estoy completamente de acuerdo, así como con todos los comentarios de mis anteriores "compañeros de  tertulia" -por cierto, genial el PD de PEZUCO-. Y por si me leen los "sabios de Estocolmo" propongo al Capitán Trueno como próximo Premio Nóbel de la Paz, ya puestos.....

[ pezuco ] ha dicho:
14-10-2016

 

Pues coincido con los comentarios que me preceden, los Nóbel están tan "empolcigados de mierda progre", que apestan, y admitiendo la subjetividad del otorgante de tan insigne galardón, han llegado a un nivel tan paupérrimo que apenas interesan a nadie.

Y bueno, puestos a proponer a candidatos para obtener esa basura progretizada, mejor que de esa tarea se encargen especímenes de la categoría del Coletas, Zapatero, Obama (Nobel de la paz, jo jo jo), Fidel Castro, Timochenco...

Bah, voy a ser condescendiente y me voy a atrever con una propuesta para esos Sres de Estocolmo...el Nobel de la concordia para el gran Chiquito de la Calzada, al menos hace felices a la gente con sus chistes y no se mete en política.

 

P.D. Sres otorgadores del Nobel, ¡cobaldes, pecadores de la pradera, finstros duodenales!.

 

[ chinchin ] ha dicho:
14-10-2016

Me gustaría saber los nombres de los que han formado parte de los jurados que han concedido este año el Nobel de la Paz y el de Literatura porque, dicho con todo respeto, han quedado a la altura de un Roncero cualquiera.

Esto del Nobel, como el de la Princesa de Asturias (antes Príncipe) son una tomadura de pelo en toda regla. Ya yo desconecto de todo eso. La misma basura que nos rodea por todas partes.

Me cago en lo políticamente correcto, estoy hasta los mismísimos cojones.

[ NickAdams ] ha dicho:
14-10-2016

Top, Pailán...una pena que tengan que llevar a los cielos a Dylan (el los visita, fumao, con frecuencia, así que no verá nada nuevo) para que nos regales una de tus siempre notables entradas.

¡Jajajajaja! Y podemos comenzar apostar sobre si el año que viene se lo dan a Leonardo Dantés, seguro, para los que reparten los premios lo merecerá mucho más que el gran Sabina...aunque no sé, como Sabina es del equipo del pueblo...

 

[ wh ] ha dicho:
14-10-2016

Mis aplausos, Pailán, has expresado perfectamente lo que muchos pensamos. Le ronca los cojones que estos mamones, que se reunen en Estocolmo, parece, que a comer mierda y llenarse de algún modo lo bolsillos,  no le hayan dado nunca el premio Nobel de Literatura a un escritor de la talla de Jorge Luis Borges y se lo den ahora, después de haber repartido "Nobeles" a decenas de escritores de segunda fila -y no quiero mencionar a ninguno porque mencionarlos a todos haría muy larga la lista- a un tipo (gran cantante, buen compositor, eso sí) que de literato nada tiene.

Este año, más que nunca, el Nobel se ha cubierto de mierda. Me alegro por Borges, y lo siento por Mann, Churchill, Hemingway, Vargas Llosa, Cela, Sinkiewicz, Kipling, Tagore, Faulkner, O''Neill, Pirandello, Camus, Pasternak y todos los demás que ahora no me vienen a la cabeza.

Don Alfred Nobel, en el cielo, quizás esté pensando si no será justicia poética de la buena hacer dinamitar su propio premio.