Jugaba nuestro querido club dos partidos de distinta transcendencia en este último fin de semana estival. El primero, el matutino, fue el de la Asamblea Ordinaria de Compromisarios que se celebra anualmente; el segundo, el partido de liga contra el Granada: aquel nos deparó una buena dosis de mano de hierro en guante de seda –aunque menos seda esta vez–,  aderezada con una buena cantidad de soberbia, prepotencia y autocomplacencia, según veremos; este resultó en un bodrio de partido que finalmente se pudo sacar adelante con victoria por la mínima, colegiado de turno mediante, con gran esfuerzo por parte de todos, principalmente del público que asistió a las 4 de la tarde al Bernabéu apenas terminada la fabada correspondiente, que vaya horitas. Casi mejor empezaremos por lo más indigesto y plomizo, y, sin embargo, lo menos desagradable, premio que se lleva sin duda la asamblea a la búlgara de don Florentino por muy petardo que haya salido el rollo vespertino que nos tragamos sentados en la grada.

No había transcurrido un minuto del encuentro cuando ya resultaba claro que lo que tenía el Madrid enfrente hoy era un equipo con una idea táctica muy clara. Se encontraron nuestros jugadores con un 4-1-4-1 granadino perfectamente  sincronizado, lo que resultaba una declaración contundente: preparación concienzuda, orden y concierto en toda regla. Tal es la diferencia de jugadores entre los equipos actualmente que solo por medio de un planteamiento táctico bien desarrollado el inferior tiene posibilidades de sacar algo positivo. Este Granada dio esa sensación de solidez desde el minuto cero y, aunque en los primeros compases parecía limitar su preocupación por el aspecto defensivo, no tardó mucho más de cinco minutos en asomarse por el área blanca al comprobar que los madridistas andaban hoy entre espesos en ataque, inconsistentes en defensa e irrelevantes en general.

Una vez que el Madrid se decidió a dar el primer aviso, el Granada se decidió a llevar el segundo suyo a efecto, poniendo el marcador en un 0-1 que el árbitro se encargó de neutralizar en un error de los gruesos. Uno no deja de pensar en la desesperación que tiene que pasar por las cabezas de estos jugadores de equipos modestos cuando ven cómo las mínimas posibilidades que tienen de volverse a casa con éxito son desbaratadas por el torpe de turno. Sin embargo, en este caso no pareció el Granada verse afectado porque se mantuvo impertérrito.  Y si a la media hora Benzemá y Modric marraron  sendas ocasiones clamorosas, poco después Keylor nos salvó de otro 0-1, trayéndonos a la memoria el escándalo Ancelotti-Florentino-Toperos Army, o sea, el de todos esos que contribuyeron durante dos temporadas a mantener una vergüenza bajo los palos y al que tenemos hoy de titular, todo un portero de primera, a la sombra. Tengan por seguro que el partido de hoy lo habría perdido el Madrid de haber estado el sufrido canterano que tanto nos dio bajo los palos. Afortunadamente está por el país vecino, dando la jodienda a otros. Aleluya, aleluya.

Llegó, pues, vivo al descanso el Madrid sin merecerlo. Con un Cristiano espeso, un Kroos para sentarlo una temporadita a ver si espabila, que el pobre parece un zombie irrelevante, un Modric insuficiente, un Isco que ni fu ni fa…, la cosa no pintaba nada bien. Y sin embargo… Sigo preguntándome qué pensarían los jugadores del Granada en el vestuario al final del partido viendo cómo salen derrotados habiendo hecho un partido soberbio, habiéndoles afanado un gol y habiendo recibido el que les derrota de manera ilegal. Porque a la pifia arbitral uno, hubo que añadir la pifia arbitral dos, dado que el magistral centro que envió Isco al área para que Benzemá cabeceara el definitivo 1-0 vino precedido de un fuera de juego, difícil de ver, todo hay que decirlo, pero fuera de juego al fin y al cabo. Entre esto y que Keylor, en otra magnífica intervención saliendo al medio del área, parece empeñado en hacernos recordar lo que ya hemos apuntado anteriormente, contentos se han debido de subir al autobús los jugadores granadinos, que además vieron cómo el Twitter del Real Madrid andaba hablando de apuestas sobre cuál sería la goleada que se iba a llevar el equipo andaluz. Anda que... Y para más guasa, además tenemos que oír decir a Butragueño que está contento porque “Con Keylor Navas la portería está bien cubierta”. Jajaja, ¿no me digan que todos estos no tienen morro? En fin, cosas del fútbol, supongo.

El otro partido, el desagradable, casi mejor ventilárselo en modo express, porque sinceramente este Florentino, el del señorío y tal, ha conseguido que el asco que produce su discurso, de tanta pertinacia, esté terminando por producir hastío.  Destacaremos un par de perlitas, aunque hubo una cuantas más. Veamos.

Tema Casillas: se ve obligado, o eso dice, este Florentino, a  hacer una mención especial de Casillas. Dice que “Él y solo él tomó la decisión de salir del Real Madrid ante una oferta recibida del Oporto. Nos solicitó encarecidamente que le ayudáramos a aceptarla. Lo merecía. Ha sido el mejor portero de la historia del Real Madrid y del fútbol español, ha hecho que nuestra leyenda sea más grande y su ejemplo permanece porque marca el camino a los que sueñan con formar parte de este equipo".  

Mire, Pérez, en este aspecto, ejemplo, lo que se dice ejemplo para marcar el camino, lo serán Zidane o Mourinho, por poner dos bien conocidos, que renunciaron a lo que el club les había firmado de dos maneras diferentes, siendo ambas, ahora sí, ejemplos del sentido de la equidad, de lo justo y de la generosidad. Porque Zidane decidió adelantar su retirada por considerar que no podía dar el nivel para justificar lo que le pagaban, con lo que resolvió renunciar a ese dinero y hacer efectiva su retirada; y el portugués, por su parte, renunció al dinero que le correspondía por contrato cuando entre los dos capitanes y usted mismo consiguieron echarlo del club antes de cumplirlo y no mucho tiempo después de que usted, con su pomposo discurso huero nos contase que le ampliaba el contrato tres años porque era el entrenador que el club siempre había soñado. Usted lo que tiene es el sentido de lo que es ejemplar y de lo que no donde las avispas el aguijón, porque lo que usted elige como ejemplo es un tipo que se pasó tres años dinamitando el club y a uno de sus entrenadores, entregándose a las vedettes del rival máximo y conspirando y soplando información como si el mundo fuera a acabarse al día siguiente. Y a este individuo, usted, con ¿su dinero?, decide ayudarle a largarse pagándole lo que no va a trabajar. Si tanto necesitaba huir el sufrido ese –que, por cierto, deportivamente está más acabado que el Pleistoceno–, que hubiera hecho el petate y hubiera renunciado a lo que le quedaba de contrato. Porque, entérese, Pérez, si usted no le hubiera regalado los fajos de otros de diez en diez, lo que hubiera hecho el ciudadano Casillas hubiese sido exactamente lo contrario que hizo Zidane, es decir, quedarse un par de años más a seguir haciendo el ridículo que hizo los tres últimos. Y lo que usted debería hacer sobre este asunto, de tener un mínimo sentido del ridículo y de la vergüenza, sería evitar comentarlo.

Y, para cerrar, este ejercicio de autocomplacencia difícil de superar:

“Desde que yo estoy aquí hemos ganado 24 títulos, 14 en fútbol y 10 en baloncesto. Y hemos llegado a otras 15 finales. Eso da el nivel en que te mueves. Permítanme que sea presumido. Yo he ganado todo lo que se puede ganar. Y cosas que no se habían ganado, como dos Supercopas de Europa.”

Desahogo, desde luego, no le falta. Hombre, estaría bueno que además de jactarse de lo bien que lo lleva económicamente y de que Forbes sea casi como estar en casa en zapatillas, tuviéramos los títulos del Villarreal o el Rayo Vallecano. Pero Pérez, la próxima vez, da todos los datos. Nuestros títulos se miden en función de los de nuestro máximo rival, que es el Barcelona y que es quien nos los disputa siempre. No nos cuentes milongas del Manchester, poniéndolo como contraejemplo, porque no cuela. Mejor vete a Google y saca los datos exactos de lo que ha ganado cada club en tus años de presidencia y compáralos, y después vienes y nos lo cuentas. Y, además, entérate: a muchos socios y aficionados lo que nos importa en primer lugar no son los títulos, sino una gestión coherente, equilibrada y justa que, además, indefectiblemente, a la media y a la larga traerá más títulos que este estilo absurdo e injusto que nos haces soportar. 

Y, cerrando, una última consideración sobre la prensa: si tan claro tienes quién es ese medio de comunicación que miente y daña al club por no se sabe qué razones, explícanos por qué razón eludes constantemente llamarlo por su nombre y, sobre todo, por qué acudes a sus micrófonos a colocarnos tus empalagosos discursos. Lo cual, por otra parte, resulta ser uno de los grandes enigmas de este mundo que queda aún por resolver.